Yamaha Yfm700 fwa Grizzly, uno de los más ligeros de su clase. Admite 130 kilos de peso en sus parrillas.; Honda TRX420 TM Rancher, un socio indispensable para el trabajo o para
la diversión.
Los cuatriciclos o ATV (vehículos todo terreno) y los UTV (utilitarios todo terreno) cada vez ganan más adeptos, desde aquella irrupción y toma de contacto en lugares de veraneo con los triciclos y primeros cuatriciclos de alquiler a este presente con una amplia gama de prestaciones, calidades, cilindradas, diversos usos, y fundamentalmente la variedad de precios que permite con la llegada de los ATV «chinos» un crecimiento en el mercado que lleva a elegir tener un side by side y uno o más ATV en muchos hogares de argentinos.
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Son fáciles de manejar, prestan servicios para la recreación, el trabajo rural, son ideales para cargarlos y trasladar desde elementos de trabajo a reposeras, carpas y hasta el mismo bronceador, pero fundamentalmente le dan al conductor una inmensa posibilidad de libertad, de sentirse montado a su cuatriciclo y trepar por el camino o fuera del camino esa montaña, atravesar ese río, subir ese médano, piloteando esa máquina que se deja llevar amigablemente y que permite llegar a lugares de acceso muy limitado como la travesía de Yamaha a la Puna Salteña que participamos hace poco, conjugando la aventura, con el deporte, el relax con la solidaridad, abriendo nuevos caminos gracias a la tracción de estos vehículos.
Las empresas y sus instructores de manejo se ingenian a pesar de la crisis en generar acciones para poder lograr en los clientes de las marcas una habilidad y dominio en la conducción de los ATV a través de acciones como los cursos que brindan en lugares cerrados o a través de las travesías organizadas, en las cuales tanto a través de Kymco, Honda, Zanella, Yamaha han llegado en muchos sectores del país con sus demostraciones, test drive, pistas de pruebas y a generar en cada uno de esos mercados un crecimiento importante en el parque de los ATV (en inglés all terrain vehicle) en esas zonas y de sus propias marcas.
Podemos mencionar, los sábados, en el Autódromo de Buenos Aires con Patricio Morelli y la gente de Honda Safety en los cursos, o la gente de Zanella con sus instructores en las exposiciones agrícola- ganaderas, o incluso cuando nos tocó cubrir la evaluación del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) en el durísimo año 2002 con las pruebas y análisis del cuatriciclo como herramienta laboral para ser utilizado en las tareas rurales. Este mismo verano las acciones desarrolladas por Importadora Mediterránea en Pinamar, Cariló y Villa Gesell han permitido ser elegidos por alquileres de ATV y varias empresas gastronómicas que optaron por los cuatriciclos Kymco, teniendo un crecimiento importante en esa región.
La llegada de los ATV económicos permiten que mucha gente accedan a la compra y en lugares turísticos hemos comprobado que han dejado de ser de elite para llegar en forma más popular al ciudadano y familia común que no desean una máquina con altísima tecnología y robustez, sino que prefieren una ecuación precio y resultados más austeros que permitan trasladarse, moverse, trabajar y divertirse a la altura de su bolsillo. Con la llegada de los UTV (en inglés Utility Task Vehicle) el Rhino de Yamaha, el Emule de Kawasaki, el Kymco BULL UXV 500, vienen a ocupar un espacio de trabajo en diferentes industrias y usos, pero también no podemos dejar de marcar el vacío que se produce por la popularidad de los cuatriciclos, seguramente por un buen tiempo los UTV permitirán a sus dueños marcar esa pertenencia al grupo de los pioneros en los nuevos placeres. En los cuatris deportivos no podemos obviar el trascendental paso del Dakar en la Argentina-Chile 2009 y el segundo puesto de Marcos Patronelli, ni los diferentes campeonatos de cuatriciclos o el mismísimo y apasionante Superquads Racing que recorre la provincia de Buenos Aires sumando cada vez mas usos diferentes a los compradores, además al manejarlo te divertirte sintiendo una comunión hombre - máquina, perdón tanto hombres, mujeres, adolescentes y hasta no puedo olvidar a mis hijos Gonzalo y Fernanda a sus seis y tres años girando en su «LT 50» en la decada del 90. Simples, divertidos, con opciones de precio, calidad y prestaciones diferentes y con esa increible magia que cuando uno los maneja y recorre haciendo caminos siendo en medanos o la mismisa cordillera de los andes, equipado con la vestimenta minima e indispensable, te sentis con el espiritu lúdico de sentirte protagonista de una aventura, protagonista de tu vida, aunque sea por un tiempo recupernado el placer de manejar y disfrutar.
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