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Cupones bursátiles
Ahora, su flamante titular -Alejandro Vanoli- concedió un reportaje al diario Perfil, donde las preguntas solamente dejaban el terreno abonado para que el funcionario se explayara, siempre girando sobre lo mismo: que la CNV va a «vigilar y ser muy estricto con el cumplimiento de las normas societarias...». Una oportuna pregunta inmediata hubiera resultado: -¿Y qué hacía la entidad hasta ahora?. Pudiéndose agregar si: -¿Es verdad que, desde hace años, la CNV no concurre a las asambleas, función que le cabe, y dejó sólo a la Bolsa, aduciendo falta de presupuesto?
Casi todo el mensaje dado, pone énfasis en la «fiscalización sobre las empresas». Sin especificar los supuestos desvíos que, recién en estos tiempos, hizo que la CNV se muestre tan drástica con el tema. Pensar que hay que controlar mucho más a sociedades cotizantes y que tienen todo tipo de fiscalizaciones (trimestrales con los balances y a diario, con el «deber de informar» cualquier hecho relevante) lleva a suponer que las que no están en la oferta pública deben ser de terror. No habla nada Vanoli acerca de hacer una revisión a fondo de las normativas, adecuarlas al tiempo moderno, darle un peso más ejemplificador a las penalizaciones (de todo participante de mercado que afecte el juego limpio).
Como objetivo adicional, se menciona: «Generar una mayor oferta de productos, que haya más empresas -sobre todo nacionales- en la Bolsa. Y desarrollar la base inversora...». Obviamente, ni le preguntan, ni menciona, que resultaría sumamente importante -y transparente para la salud pública- que compañías estatales fueran a cotizar y mostrar periódicamente sus números, para también fiscalizar los desvíos de gestión. Ni habrá más empresas interesadas en venir, ni más inversores por llegar. Pero no por estar mal vigiladas, sino por una sistemática política antibursátil que han desarrollado los gobernantes, de varias décadas a esta parte. Que ha convertido a nuestro mercado d ser una fuente de recursos, apenas en un aljibe y superado por países de mucho menos potencial e historia. Creer que «vigilar y controlar» empresas, tarea que -se supone- están haciendo los distintos organismos, cambiará el rumbo es una utopía. Y excederse en lo policíaco, traerá más deserciones.
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