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Cupones bursátiles
Aquí hay que reiterar la figura de la que hablamos hace un par de semanas atrás y relacionada con las señales que deben buscarse. Y a la falta de una fecha fija, donde la tendencia fije claramente en qué momento cambió de dirección. Y lo engañosa que suele ser la secuencia de un mercado que tiene toda la apariencia de estar «yendo» cuando -en verdad- ya dio la vuelta; está «viniendo».
Las ruedas de volúmenes altos, donde el rendimiento ya no justificaba semejante energía, eran una advertencia concreta. Acerca de que en el «mix» de las fuerzas se iba más bien a un mercado «vendedor», antes que a uno «tomador». Lo dicho días atrás: el momento donde se pasa de un estado donde hay más dinero que papeles, a otro donde ya predomina que exista más papel que dinero. Que muchas veces no produce el efecto inmediato, sino que la inercia de una corriente «entrando» disimula que la situación resulte de mucha cartera «saliendo».
Siempre nos atenemos a que: a la Bolsa hay que comprarla en sus peores momentos. Y venderla en los mejores. Más sintetizado en la añeja expresión de: «Comprar cuando todos venden. Y vender cuando todos compran...» (una de las primeras que enseñaban los veteranos, y casi geniales, operadores del llamado «viejo recinto» de nuestra Bolsa).
¿Quién hace caso a la simple fortuna ganadora? Fija está allí, simple, clara, sin laberintos, pero muchísimas personas -incluidas las que administran enormes carteras- suelen actuar a la inversa. Éstos son momentos de finales de ejercicio, donde todo vuelve a ponerse en duda constante. En el exterior, aquí mismo, con evidencias bien a la vista de que el «gran dinero» dejó de fluir. Y todo se hace trabajoso...
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