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Cupones Bursátiles
-nada menos- quedó al borde de la quiebra, resulta todo un ejemplo. Debió obtener un rescate por u$s 400 millones, para poder esquivar esa quiebra, proveídos por otros grupos inversores: y que recibirán acciones «preferidas», que pueden ser convertidas en acciones. Con lo cual, los demás «buenos muchachos» no le hicieron un favor, ni le lanzaron un cable oportuno (lo más probable es que después conviertan el préstamo en acciones y entren en la dirección de la compañía). Pero, los problemas pueden provenir de la inestabilidad en que se vive en los mercados, o dentro del circuito financiero, no resulta demasiado extraño que tal entidad haya caído en un bache peligroso. Otras también caen. Lo ciertamente ridículo, es que la sociedad en cuestión había puesto en marcha un nuevo «programa informático». Y como el mismo falló durante la semana anterior, se produjo un desastre operativo: donde se compraron y vendieron millones de acciones, en unas «100» compañías cotizantes
y de manera: involuntaria. Esto es, el tipo de programas que vienen con el «gatillo» cebado, sin seguro, y que -en teoría- tienen que actuar automáticamente, según los desniveles del mercado.
Y bien... parece que al «Arturito» de los negocios no le fue tan bien como al de «Star Wars». Lanzó una metralla equivocada de comprar y vender y, en tal caso, las leyes del mercado son inflexibles. Muchas veces lo vimos en las operativas del «viejo recinto», cuando en el fragor de las plazas algún agente interpretaba mal la orden que le llegaba y realizaba una operación, que creaba serio problema. Los colegas podían ser amigos fuera del recinto, pero nadie perdonaba la equivocación. Si se tenían que vender 10.000 acciones y se vendieron 100.000, por error, había que salir a recomprar 90.000. Cuando era en un papel «chico», conseguirlo era un martirio de precios hacia arriba. Pero, en ésta época, dejando todo en manos de la informática y yendo casi a la quiebra: es un grotesco inaudito. Así sigue todo.
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