Cada presentación que Claudia Aranovich hace de sus obras se caracteriza por el extremo cuidado en su elección así como su puesta en escena, en este caso, en el Centro Cultural Recoleta bajo la curaduría de Patricia Rizzo. Como ya se señaló en ocasión de una excelente muestra realizada en 2007, Aranovich es una artista visual especializada en escultura e instalaciones, una investigadora de materiales no tradicionales y una renovadora en cuanto al concepto de una disciplina asociada a la conformación de objetos tridimensionales.
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De gran trayectoria nacional e internacional, exposiciones, becas, residencias en EE.UU. e Inglaterra, trabaja con resinas, papel, vidrio, espejos, hierro, cobre, cartapesta alquitranada, plumas, cemento, un vasto repertorio de materiales como puede verse en su actual exposición «Zona de Luz», que alude a la capa del océano donde el sol penetra permitiendo la fotosíntesis y que haya vida animal y vegetal.
Los materiales mencionados son utilizados para instalaciones espaciales, relieves, cajas lumínicas, objetos que se imponen por su presencia y en algunos casos, por su carácter dramático. El conjunto, también poético por la manera en la que está emplazado, permite en su recorrido enfrentarse a la combinación de los materiales que no es solamente destreza formal sino la posibilidad de adentrarse en una atmósfera de hondo contenido espiritual. La luz juega un papel central, parece emanar de las piezas que corresponde a una visión orgánica de la escultura, juega con la transparencia del elemento principal, la resina, y de la que emergen raíces, semillas, plumas.
Aranovich trabaja formas cónicas, esferas, busca efectos como la inclusión del azul como fondo para «Construcción Sudamericana» (2009, papel con resina, leds) o «Energía azul, ritmos vitales», formas en resina y papel que giran en peceras con espejos, motores, leds (2008/9). Su obra es de gran elaboración y en esta muestra parece condensar años de aprendizaje, experimentación, osadía, para la realización de una escultura -objeto, intensa en sí misma. La artista confiesa que esta obra, precisamente, la representa en un momento de plenitud creativa en una disciplina influida por lo científico y lo tecnológico pero en la que la belleza no está descartada. (Hasta el 25 de mayo.) Paralelamente, Aranovich presenta «Transparencias», una selección de esculturas y objetos de pequeño tamaño en Gachi Prieto (Uriarte 1976).
Gabriel Grün
Un virtuoso de la pintura. Eso es Gabriel Grün que, no obstante sus 30 años y pintar con técnica renacentista, no siente que tenga que esforzarse en ser contemporáneo porque «lo soy inexorablemente», señala. Esa manera de pintar, desde la preparación de los pigmentos para lograr el color adecuado, la «veduta» y el foco visual en el fondo -todo un clásico de la historia de la pintura- la tersura que logra con el óleo, pinceladas fluidas, sutiles, «la manera chiara»: formas claramente delineadas, el tratamiento del cuerpo humano, proviene de mirar las obras del pasado en diversos museos del mundo e indagar sobre los artificios que los grandes pintores utilizaron para seguir, aun hoy, deslumbrándonos.
Grün no copia a los maestros; se basa en muchos casos, en temas mitológicos, religiosos, en la simbología, en la tradición oral y la realidad en la que vivieron. Pero les da una vuelta de tuerca, a veces perversa pero no menos que las crucifixiones, los clavos que atraviesan a San Sebastián curado por Santa Irene, las pestes, las torturas, entre otros muchos ejemplos y hasta los aparentemente inocentes bodegones con utensilios, verduras y la cabeza de un ternero, aún vivo.
Lorena Guzmán, destacada escultora, es su modelo. Bellísima pero cuyas piernas y brazos puede transformar en patas y alas de pollo, en una Mandrágora, en «nuditas virtualis» con su pureza e inocencia o «nuditas criminalis», de exhibición lujuriosa o vanidosa.
Grün no es pintor a la moda, desconoce la trivialización, no está dispuesto a hacer concesiones y se siente más cómodo en el Louvre que en el Pompidou. Toda una declaración de principios a la que se agrega otra confesión: «Quiero hacer obra parecida a la que me gusta». Clausura en Junio. Galería Wussmann, Venezuela 570.
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