19 de febrero 2009 - 00:00

Decapitaciones, sello macabro de la mafia

Ciudad de México - Las decapitaciones se convirtieron ya en 2008 en México en el cruel sello de una escalada de la guerra entre narcotraficantes, responsable de la mayoría de los más de 5.000 asesinatos registrados en 2008, una cifra récord que no deja de crecer por decenas día tras día.
Once cuerpos decapitados, apilados y agarrados de los brazos entre ellos descubiertos en el sureste de México; otras nueve cabezas formadas en el piso, encontradas en el otro extremo del país, en Tijuana, son algunas de las escenas que durante 2008 vieron horrorizados los mexicanos.
«Me preocupa y me entristece el nivel de violencia», reconoció el presidente conservador Felipe Calderón, que estableció la lucha contra el narcotráfico como el eje de su gestión.
Las primeras dos decapitaciones de esta serie se registraron hace dos años en el puerto de Acapulco, donde las cabezas aparecieron frente a instalaciones policiales.
El mismo año, las cabezas de cinco hombres fueron arrojadas en la pista de un abarrotado bar del estado de Michoacán. Esta clase de homicidios se volvió una constante en 2008.
En la mayoría de los casos también se han encontrado amenazantes «narcomensajes» contra carteles de droga, policías locales o altos funcionarios. El fenómeno alcanzó una de sus máximas expresiones en diciembre, cuando la cabeza de un hombre fue abandonada en un balde fuera de las instalaciones de una zona militar en Ciudad Juárez con un cuchillo clavado en la boca.
A menos de un mes de haber asumido sus funciones, en diciembre de 2006, Calderón desplegó un operativo en los estados más peligrosos de México, con la participación de 36.000 militares.
Sin embargo, en 2008 se registraron un promedio de 14 asesinatos por día, la mayoría de ellos en el Norte, en ciudades cercanas a Estados Unidos como Ciudad Juárez, donde fueron asesinadas más de 1.500 personas en el año.
«Esas ejecuciones derivan de una lucha encarnizada que están teniendo, en la mayoría de los casos, los criminales disputándose los territorios», según Calderón.
Los cárteles de la droga se disputan el trasiego hacia Estados Unidos, pero también el creciente mercado mexicano.
El consumo de drogas en México «creció casi un 30% entre 2002 y 2008 y en el caso de la cocaína el aumento fue de prácticamente un 100%», según una encuesta del Gobierno.
Entre las víctimas diarias también hay un alto porcentaje de uniformados, lo que provocó masivas renuncias de policías en diversos puntos del país, que denuncian la falta de armas adecuadas para enfrentar a los sicarios.
Los uniformados mexicanos, además de víctimas, en algunos casos fueron descubiertos como victimarios, sobre todo en los secuestros, un delito que también se multiplica. Sólo en 2008, casi un millar de personas fue privado de su libertad.
En respuesta al alto grado de corrupción en varios organismos de seguridad, Calderón puso en marcha el programa Operación Limpieza. El objetivo es «limpiar las infiltraciones del enemigo, que todos sabemos que existían, pero no sabíamos dónde».
El propio Calderón dijo que el 49% de los 55.000 policías evaluados en los últimos meses es «no recomendable».
Una encuesta reciente mostró que el 50% de los mexicanos considera que los narcos le están ganando la batalla al Gobierno. Mientras, el Ejército mexicano tiene «limitaciones tácticas y técnicas», según un documento de la Secretaría de Defensa publicado por el diario El Universal, en el que se advierte sobre la «degradación» que sufre el poder militar mexicano.
Agencia AFP

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