Centrada en el Brasil, la muestra permite cotejar las afinidades en el arte latinoamericano.
Los límites que separan las distintas expresiones artísticas de los países de Latinoamérica parecen difusos. No obstante, la muestra "Antropofagia y modernidad. Arte brasileño en la Colección Fadel" que exhibe el Malba, permite cotejar diferencias y afinidades con el arte latinoamericano del Museo. El brasileño Paulo Herkenhoff, curador de la colección Fadel, aporta el saber teórico. En 1998, como curador de la 24 Bienal de San Pablo, puso en el candelero internacional el tema de la antropofagia basado en el Manifesto de Oswald de Andrade, que dice "sólo el canibalismo nos une" y así propone "tragar" la cultura europea para digerirla y producir un arte brasileño.
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La curadora del Malba, Victoria Giraudo, sumó una selección de más de 150 obras entre las 3.000 de la colección. Piezas que entablan un diálogo con las obras del Museo. "Abaporú", la pintura de Tarsila do Amaral es una estrella de la colección del Malba y se exhibe en otro piso. No obstante, esta obra crucial para la comprensión de la antropofagia, ese enorme cuerpo de una nativa de Brasil, está presente en la memoria de los espectadores. El ir y venir de recuerdos y asociaciones enriquece ambas colecciones.
El arte de Brasil tenía una marcada identidad cuando arribó la Modernidad. Y la mantuvo. El amor por la idiosincrasia de ese país tan gigantesco como contradictorio está presente desde el comienzo de la muestra. El artista Vicente do Rego Monteiro descubrió la cerámica marajoara de su tierra en el Museo Antropológico de París, y que volvió y se dedicó a estudiarla. Con elocuencia pinta unas elegantes tenistas y, por las onduladas líneas del art déco, transitan leyendas del Amazonas. Los cruces estilísticos delatan un enraizado nacionalismo que se refleja en las obras, y tiene un correlato en los precios alcanzados por los brasileños que multiplican los del arte argentino. Cuando comenzó el auge del mercado, Eduardo Costantini pagó valores record , y el galerista Jean Boghici reconocía que lo pescó desprevenido.
En los principios del siglo XX, brasileños y argentinos seguían una trayectoria común: iban a estudiar a Europa y regresaban influidos por las escuelas del viejo continente. Pero la inspiración de Anita Malfatti ostenta rasgos personales, signados por los años que vivió en Berlín y Nueva York, destinos poco frecuentes. Sus retratos de los escritores Mário y Oswald de Andrade poseen la impronta dramática del expresionismo alemán. Entre el cubismo y la energía moderna está la dulzura de las mulatas de Di Cavalcanti, de colores cálidos. "Menina" encarna la viva imagen de la sensualidad. El afán ornamental se acentúa en la estilizada figurita de mármol de Victor Brecheret.
También figura la visión europea e idealizada de un territorio exótico. El suizo John Graz recuerda a Wifredo Lam en una pintura íntegramente verde, tapizada por las plantas y pájaros de la selva. "Fútbol" de Cándido Portinari muestra un conmovedor equipo infantil sobre la tierra roja de un cementerio. La crisis del año 30 golpeaba el país. Junto a esta triste postal están las bellas vistas de Veiga Guignard influenciadas por la pintura china.
María Martins ocupa un lugar especial. Artista mundana y consagrada por su talento, suma al erotismo no exento de poesía de sus bronces, el interés que suscitan sus amores con Duchamp y una vida aventurera en la vanguardia internacional. "No te olvides de que vengo de los trópicos", titula una escultura y así explica su exaltación.
La estética excesiva se modera con las banderas de Volpi y tiene un corte abrupto en los años 50 con la abstracción geométrica, el concretismo y el neoconcretismo de Waldemar Cordeiro, Lygia Pape, Hélio Oiticica y Lygia Clark, entre otros. Sobre el abismo que separa estos universos, Giraudo conjetura: "La apropiación y deglución caníbal de lo que viene de afuera de Brasil, ofrece una posible interpretación acerca de cómo gran parte del arte se movió entre lo orgánico de su paisaje, y la línea recta, fría y anónima que simboliza a la modernidad internacional y el progreso racional".
El informalismo y la vuelta a la figuración anteceden un arte Pop crítico y politizado. Los artistas reaccionan a las dictaduras. Mira Schendel, Sérgio Camargo, Waltercio Caldas hablan de los grandes cambios sociales y políticos.
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