28 de diciembre 2010 - 00:00

Diálogos en Wall Street

China combatirá la inflación, pero se tomará su tiempo y evitará un ataque drástico que pudiera generar problemas con la cartera crediticia de la banca. Tal la conclusión del especialista en mercados internacionales cuya identidad se mimetiza con la personalidad de Gordon Gekko, el protagonista de la película «Wall Street». China podría permitir una rápida apreciación del yen para contener el trastorno, pero tampoco lo hará para no dañar a sus industrias de exportación.

Periodista: No puede decirse que China haya pateado el tablero.

Gordon Gekko:
Para nada.

P.: Pero se pensaba que China había decidido no recurrir a una suba de tasas. Dejó correr el tiempo y alimentó esa impresión.

G.G.:
Errada como tantas otras.

P.: Nunca es fácil saber qué es lo que China se trae entre manos.

G.G.:
Estoy de acuerdo. Aunque una dosis de paciencia facilita mucho la comprensión.

P.: ¿Por qué esperar el arribo de la Navidad para dictar el aumento de tasas? ¿Por qué no se dispuso antes, cuando se confirmaron las malas noticias de la inflación de octubre y noviembre?

G.G.:
Lo ignoro. ¿Quién sabe de verdad cómo se toman estas decisiones en China? Sin embargo, no es menos importante que el anuncio se efectúe antes que termine el año. Con efecto inmediato.

P.: La política monetaria promete un 2011 más duro.

G.G.:
Es el mensaje. En rigor, uno debería considerar toda la batería de medidas que adoptó China los últimos tres meses. La suba de tasas no es un hecho aislado. Es el segundo ajuste desde el 19 de octubre (que fue la primera suba en tres años). Desde noviembre, los encajes bancarios fueron elevados en tres oportunidades.

P.: China practicó seis aumentos de encajes bancarios en 2010. Y se pensaba que sería la herramienta preferida por el banco central para normalizar la situación de precios.

G.G.:
Eso es correcto. Pero no será la única. Por otra parte, nunca lo fue.

P.: La suba de tasas puede generar problemas en la cobranza de los créditos bancarios. Entiendo que es un tema sensible.

G.G.:
Es una buena respuesta a su pregunta de por qué se demoró tanto. El crédito creció a una tasa muy rápida como respuesta a la crisis internacional. Y si las condiciones financieras se tornan más severas, usted tendrá que lidiar con algunos contratiempos a la hora de recuperar cartera.

P.: ¿Cuán grave será?

G.G.:
¿Quién sabe? Si la información relacionada no era transparente en Occidente, imagínese lo que es en China. Pero se sabe que no es un tema a tomar a la ligera y por eso la política económica avanzará paso a paso.

P.: Aunque la inflación vaya más rápido.

G.G.:
Ni lo dude. De hecho, es así.

P.: ¿Cuán serio, entonces, es el compromiso de las autoridades de hacerle frente a la disparada de los precios?

G.G.:
El propio premier, Wen Jiabao -tras el anuncio de la suba de tasas-, asumió la responsabilidad de su Gobierno de poner la inflación bajo control. No negó la existencia del problema, sino todo lo contrario; aseguró que se lo va a combatir hasta doblegarlo. Y pasó revista a todas las medidas de política económica que se tomaron -desde las monetarias hasta los controles lisos y llanos de precios-, como para no dejar ni pizca de sospecha sobre quién comanda el esfuerzo.

P.: Nada de ello garantiza que la inflación no siga trepando.

G.G.:
No es un tratamiento de choque. China nunca fue adepta a las estrategias drásticas. El enfoque es otro, gradualista. Diez días atrás, el titular del banco central, Zhou Xiachouang, lo definió como «prudente».

P.: Es la carrera de la liebre contra la tortuga.

G.G.:
Tal cual.

P.: ¿Habrá más subas de tasas de interés?

G.G.:
Seguro. El consenso descuenta tres más. Diría que todas en la primera mitad del año.

P.: El consenso suele equivocarse. Especialmente en China.

G.G.:
Seguro. Rigen las generales de la ley. Se avanzará a prueba y error. Con la parsimonia tradicional. Si nada se rompe, tendremos las tres subas de tasas. El enfoque «prudente», según Zhou, se justifica por un entorno internacional inestable y rápidamente cambiante. Con más razón si la fuente de la inestabilidad es interna.

P.: ¿Cómo evitar que, bajo esa óptica, no se fortalezca el yuan renminbí sobremanera?

G.G.:
Ésa es la función de los controles de capitales. El yuan se apreciará, nominalmente, pero al ritmo que dicten las autoridades.

P.: ¿Cree que tienen la capacidad de administrar el pulso de la apreciación?

G.G.:
Tendrán que redoblar su celo. La regulación cambiaria se tornará más severa, así como su supervisión efectiva. A mi modo de ver, una tendencia que ya está en curso. La SAFE -la agencia que regula los flujos de moneda extranjera- denunció en noviembre 197 violaciones en operaciones ilegales por un valor de más de 7 mil millones de dólares. Y dos semanas atrás publicó una segunda lista de presuntas transacciones irregulares. No se sorprenda si los casos se multiplican.

P.: Paradójicamente, si se quisiera controlar la inflación, ¿qué mejor que permitir que se aprecie el yuan y se reduzca la magnitud de la inflación importada? ¿No es acaso una de las fuentes del problema?

G.G.:
Aquí hay toda una definición a priori. Ya lo comentamos cuando el tema era la intervención cambiaria que hizo Japón en septiembre. Hay dos maneras de sosegar el problema. China prefiere frenar con las tasas de interés antes que con el tipo de cambio.

P.: Teme dañar a su sector exportador.

G.G.:
Si se quiere, le da tiempo para que se vaya acomodando. Tenga en cuenta la diferencia entre la tasa de inflación interna y la mundial; el tipo de cambio real igual se está apreciando.

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