Para conocer el Cañon del Atuel lo ideal será hacer base en la ciudad mendocina de San Rafael, que cuenta con excelentes accesos por rutas desde todo el país, y un servicio diario de vuelo operado por Aerolíneas Argentinas. No está de más mencionar que esta ciudad del sur mendocino es famosa, además, por sus bodegas, su gastronomía y otros sitios que hay que visitar, como Los Reyunos.
Cañón del Atuel, tallado por el agua y el viento
El Cañón del Atuel es una maravilla, un regalo para los ojos desde que comienza el circuito hasta que finaliza. Es lo más parecido a recorrer una enorme montaña pero exactamente por el medio, como si la hubieran cortado a la mitad y separado las partes... y en realidad bastante de eso pasó. Pero empecemos por lo primero, que es llegar a destino.
Una vez establecidos en San Rafael, y siguiendo con las recomendaciones, es preferible contratar a alguna de las agencias habilitadas que hagan la excursión antes que llevarla a cabo por nuestra cuenta.
¿Las razones? Las principales son dos: a) si bien es un camino de ripio en buen estado, un percance con el auto puede ser un dolor de cabeza, ya que “adentro” del Cañón no hay señal de telefonía celular. b) buena parte del atractivo del trayecto tiene que ver con entender lo que se va viendo, que alguien explique las cuestiones de la flora, la fauna, las eras geológicas y nos muestre además e indique dónde se encuentran las distintas siluetas, muy conocidas, que el tiempo supo tallar en las rocas.
Hoja de ruta
Lo ideal será empezar el recorrido en El Nihuil -o Villa El Nihuil, como la llaman los lugareños-, y tal vez hacer la primera parada técnica para contemplar el hermoso lago artificial de aguas cristalinas de deshielo, que se formó como producto del embalse que contiene al río Atuel. Este es uno de los lugares preferidos de los sanrafaelinos para descansar, hacer deportes acuáticos, andar en cuatriciclos, pescar, hacer trekking y otras actividades. Es recomendable comer y o comprar provisiones en alguno de los restoranes de la zona, ya que una vez comenzado el circuito ya no habrá servicios hasta Valle Grande, finalizando el recorrido.
A partir de allí comienza el descenso, que con sus curvas y contracurvas sorprende en cada tramo por la variedad y la cantidad de colores: marrones, negros, grises, verdes, rojos, amarillos y hasta lilas conviven en este sitio. Rocas volcánicas, cóndores, geoformas, cardones y espejos de agua transparente se suceden durante los casi 60 kilómetros de extensión. Lo natural se mezcla con lo artificial en algunos pasajes, y en total son cuatro las veces que se retiene al río Atuel -El Nihuil, Aisol, Tierras Blancas y Valle Grande. Esto muestra lo eficiente que ha sido el uso del agua, ya que sobre un mismo cauce se han construido cuatro centrales hidroeléctricas para generar buena parte de la energía que se consume en todo el país.
Paradas obligadas
En el camino hay paradas casi obligatorias, como el “Museo de Cera” o la “Ciudad Perdida” -marcados con un cartel indicador, la paleta de colores y la forma caprichosa de las rocas que muestran los cerros allí parece realmente infinita- y distintos puntos panorámicos.
Pero lo emocionante llega en ese instante que deja sin aliento a los visitantes cuando se deja la última central, la número 4, y es en el Mirador del Lago Valle Grande, desde el cual se puede apreciar la belleza e inmensidad de este lugar.
El agua parece verde esmeralda y allí mismo parece emerger desde lo profundo el famoso “Submarino”, una formación rocosa a la cual el agua no cubrió por completo y se asemeja a ese vehículo anfibio.
En Valle Grande se pueden practicar deportes como windsurf, remo, buceo y natación, entre otros. Además, allí comienzan a aparecer los distintos hoteles, restoranes y paradores para comer, descansar o tomar algo.
Luego, con Valle Grande atrás, el camino nos marca a nuestra derecha al río Atuel y muchas cabañas, hoteles y complejos para hacer rafting y otros deportes, o simplemente tomar algo y sentirse privilegiado de haber conocido uno de los sitios más imponentes y bellos del país.
El dato
Cabe destacar que es una excursión de día completo -está a 70 kilómetros de San Rafael- y que dependiendo de la época del año puede finalizar dándose un baño en el Atuel, haciendo rafting por sus rápidos, navegando en Valle Grande o tomando sol a la vera del río.
- Temas
- Estilo A
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