“El hecho de cantar me demanda una sensación física que no tiene comparación. Es como estar vivo en cada milímetro cuadrado de tu cuerpo”. Gustavo Grobocopatel sabe de medidas. En su rol de empresario está al frente de Los Grobo, uno de los grupos económicos de producción y de exportación agroindustrial más fuertes de la región, con cerca de 200 mil hectáreas de explotación.
Gustavo Grobocopatel y su rol como artista: "En la música soy uno más"
El llamado rey de la soja analiza su recorrido en la música. La opinión de sus padres, el arte en los negocios y el recuerdo a diez años de la 125.
Pero los negocios no son su única versión. Desde hace más de 20 años, el hombre nacido en Carlos Casares, y conocido como “el rey de la soja”, se desdobla para darle vida a su principal fuente de disfrute como parte del Dúo Morán-Grobocopatel y el Trío Cruz del Sur, dos grupos en los que recorre la música de cámara argentina y el folklore. “Me pasan cosas raras. Hay gente que me reconoce más como músico que como empresario. Hace un tiempo viajé en avión con Vicentico, a quien admiro, y me dijo: ‘Vos sos el que canta, ¿no?’”, asegura Grobocopatel sobre esa mirada periférica que siempre lo devuelve al lugar desde donde partió: el mundo de los negocios.
¿En qué momento de su vida aparece la música?
Gustavo Grobocopatel: Mi casa no era un espacio musical. Pero tuve la suerte de tener una maestra en la secundaria que nos entusiasmó a varios para hacer un coro y nos llevó a que nuestra vida afuera de la escuela tuviera que ver con la música. En esa época cantábamos cosas de Sui Generis y de Almendra.
¿Cómo fue recibido esto en su casa?
G.: Fue muy llamativo. Era algo disruptivo. Mis viejos, en un momento, no sabían si me iba a dedicar a la música o a la empresa, con todo lo que eso conlleva. Por suerte, ahora son mis principales fans. Recuerdo que una vez Ramón Ayala tuvo la deferencia de invitarnos a cantar en el Congreso y la gente nos aplaudió de pie. Ese día, mi viejo me dijo: “Me dí cuenta de que son buenos porque no hay ningún familiar”.
¿Qué fibra le toca la música?
G.: La música es búsqueda y encuentro. Con Atahualpa Yupanqui y Martha Argerich me emociono; con el Cuchi Leguizamón, los hermanos Nuñez, Erik Satie y Billie Holliday me sorprendo. Como artista prefiero la emoción al aplauso. Me gusta esa situación de terminar un concierto y que venga alguien con una profunda reflexión sobre su infancia.
¿Cómo analiza el recorrido que hizo hasta ahora en la música?
G.: Fue un camino largo. No le dí mucha intensidad. Nos llevó más de 20 años lo que a otros les lleva cuatro. Pero nunca me sentí presionado.
Hay muchas personas que son exitosas en otros ámbitos y utilizan su nombre para hacer palanca en estos espacios.
G.: No fue mi caso. Tengo mucho respeto por la música y demasiada consciencia de lo que soy y lo que puedo hacer. Lo hago desde mi verdad. Soy parte de un colectivo y tengo mis particularidades. Pero soy uno más. En las empresas es igual. El que se la cree mucho toma mayores riesgos y termina cayendo por su propio peso.
¿Qué cree que se puede aplicar en los negocios desde el arte?
G.: Todo. Muchísimo más de lo que uno se imagina. La educación artística debería ser obligatoria en las escuelas. Pero no para hacer artistas sino para que se desarrolle el pensamiento artístico en las personas comunes. Para aprender a escuchar y ser escuchado. Es un lenguaje más emotivo. Tiene que ver con la sensibilidad, la creatividad y la innovación. Apoyo mucho a las orquestas infanto-juveniles. Es la mejor forma de, justamente, formar a los jóvenes. Es trabajo en equipo, liderazgo, responsabilidad. Ser nosotros. Son características, habilidades y aptitudes, requeridas para el mundo del trabajo. Y también para la vida.
La oficina de Grobocopatel es modesta. No hay aire acondicionado. En la biblioteca se mezclan un libro de ecointegración de América latina con uno de Freud, otro de William James y uno de Gardel. Resumen bibliográfico: lo verdadero es un sueño, y Argentina es un tango. “Más bien somos fabricantes de pobreza”, asegura Grobocopatel a la hora de hablar sobre la crisis local. “Me cuesta dar una respuesta sin colocar a este período dentro de la historia. El país, en las últimas décadas, ha creado pobreza. Fue un proceso de gobiernos democráticos y militares. De radicales y peronistas. Me parece que este Gobierno está tratando de dar vuelta la página a través de una idea de república.
El problema es que el país ya tiene un tercio de pobres...
G.: Se ha decidido salir del problema estructural que tenemos de una manera gradual. No salir desde el shock, que es lo que se hizo siempre. Podemos preguntarnos si lo hacen porque son buenos o porque no tienen otra opción.
¿Y cuál es la respuesta?
G.: Que está bueno intentarlo. No sé si va a funcionar porque hasta dentro de cuatro años vamos a seguir teniendo déficit. Claro que a nadie le gusta endeudarse, ¿pero esto es lo definitivo? No. Este proceso va a permitir que se estabilicen las variables macroeconómicas para que haya inversión y progreso posterior y una inversión mayor en educación y reinserción de esa masa de gente en la pobreza.
¿Se considera una persona optimista?
G.: Soy optimista y hay que confiar a largo plazo. No sé si este Gobierno va a ser reelegido, pero si viene otro, sea de donde sea, tiene que mantener la dirección que tomó este barco. Cambiar las direcciones nos llevó a generar más pobreza.
Hace unos días manifestó: “No me preocupa que vuelva Cristina, esperemos que lo haga con otro entorno”. ¿Cómo evalúa la idea de que pueda ser reelecta como presidenta?
G.: Lo que dije sobre Cristina es tan ambiguo que hubo demasiadas interpretaciones. Ya sabemos lo malo que fue el Gobierno de Cristina y la cantidad de escenarios de corrupción que se generaron. Pero sé que se trata de una candidata que genera emociones.
¿Volvería a votar a Cambiemos?
G.: Primero que nada vería quién está del otro lado. Si es Cristina o Cambiemos, votaría claramente a Cambiemos.
Los Grobo factura cerca del millón de dólares. ¿Cuál es la expectativa para el año que viene?
G.: La expectativa es buena en lo que respecta al sector. Hay muchas cosas para exigirle a este Gobierno, pero se hicieron cosas buenas...
¿Se puede criticar o hay que acompañar siempre?
G.: Hay que criticar, pero el problema que tenemos es que somos una sociedad que discute a los gritos para tener razón. Y tenemos que discutir en voz baja para aprender. Entonces, si podemos tener un debate poniéndonos en el lugar del otro, vamos a salir. He visto en el mundo países que salieron de situaciones mucho peores que las de Argentina, y en muy corto plazo.
Las ocho de Grobo
Una aerolínea: todas las que atiendan bien y barato.
Un libro: “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar.
Un disco: “Lieder”, de Richard Strauss.
Un lugar para comer: Mi casa.
Una serie: Vikingos.
Perfume: No uso.
Un hobbie: Ser empresario.
Un toc: no sé.
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