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Estudian subsidios para suavizar la suba de la nafta
El incremento forma parte de un programa de recuperación económica que arrancará hoy (ver página 16) y que tiene como puntos principales la reconversión monetaria y la liberación del mercado de divisas, tras 15 años del control de cambios.
La última vez que se aumentaron los precios del combustible fue en 2016, cuando se elevaron a los actuales seis bolívares por litro, una pequeña fracción si se toma en cuenta la tasa de cambio en el mercado negro, de seis millones de bolívares por dólar.
El aumento de los combustibles siempre fue un tabú para los venezolanos, que consideran que vivir en un país petrolero garantiza nafta regalada. Un pequeño incremento en febrero de 1989 provocó una ola de disturbios y saqueos conocidos como el "Caracazo", que dejó al menos 300 muertos.
El economista Asdrúbal Oliveros, de la firma Econoanalítica, dijo que el subsidio a la nafta a través del carnet será "mal implementado y muy ineficiente".
"El Gobierno ya decidió el aumento de la gasolina, pero será difícil que lo lleve a un precio para cubrir los costos internos", dijo, poniendo en duda la fijación de un precio internacional, que ronda un dólar por litro.
De aplicarse en Venezuela, alcanzaría a 50 bolívares soberanos, por lo que llenar el tanque, que antes no se notaba, representaría una carga para un presupuesto familiar. El Gobierno destina al subsidio a la nafta alrededor de 12.000 millones de dólares al año, lo que estimula el contrabando hacia Colombia. Esto es solo un aspecto de una industria asfixiada por falta de inversión, corrupción, decadencia en sistemas y una estructura de refinación en colapso.
La crisis comenzó en marzo de 2003, cuando el entonces presidente Hugo Chávez despidió a la plana gerencial petrolera que se sumó a una huelga general de 60 días.
Unos 18.000 de más de 25.000 empleados fueron despedidos, lo que abrió paso a la una reestructuración de emergencia. Luego la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) incrementó su nómina hasta unos 150.000 empleados y asumió negocios distintos a su esencia, como distribución de alimentos y complejos agrícolas.
Ahora la industria, de la cual depende el 96% de los ingresos en divisas del país, se encuentra en una situación de caos, con una producción que ha bajado desde 2013 de tres millones de barriles diarios a poco más de 1,3 millones, una deuda externa en ascenso y un sistema refinador con sólo 30% de su capacidad activa.
Agencia DPA |
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