14 de mayo 2009 - 00:00

Fuerte definición del Papa contra el muro de Cisjordania

Benedicto XVI visitó ayer el campo de refugiados de Aida, próximo a Belén, por donde pasa el muro erigido por Israel para separarse de Cisjordania. El marco y las definiciones del Pontífice fueron, probablemente, lo más fuerte de su gira de una semana por Medio Oriente.
Benedicto XVI visitó ayer el campo de refugiados de Aida, próximo a Belén, por donde pasa el muro erigido por Israel para separarse de Cisjordania. El marco y las definiciones del Pontífice fueron, probablemente, lo más fuerte de su gira de una semana por Medio Oriente.
Belén - En el día más político de su visita de una semana a Medio Oriente, el papa Benedicto XVI condenó ayer en la ciudad cisjordana de Belén la valla de separación construida por Israel en Cisjordania y dijo que en un mundo en el que las fronteras son cada vez más abiertas «es trágico ver que todavía se levantan muros». Asimismo, abogó por un Estado para el pueblo palestino, pidió el fin del embargo a la Franja de Gaza y condenó el terrorismo.

El Pontífice agregó que los muros «pueden ser fácilmente construidos, pero todos sabemos que no duran para siempre y pueden ser abatidos».

El Papa así lo manifestó en el campo de refugiados palestinos de Aida, a dos kilómetros de Belén, en el que viven una 5.000 personas y que se encuentra junto al muro de bloques de cemento armado de nueve metros de altura levantado por los israelíes, y durante su encuentro con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás.

«En un mundo en el que las fronteras están siempre más abiertas al comercio, a los viajes, a la movilidad de las personas, a los intercambios culturales, es trágico ver que aún se siguen levantando muros. ¡Cuánto rezamos de manera ardiente para que acaben las hostilidades que han llevado a la construcción de este muro», afirmó el Papa ante los refugiados.

Benedicto XVI añadió que la valla es una de las causas del punto muerto «en el que parecen encontrarse los contactos entre israelíes y palestinos».

Denunció que muchas familias están divididas debido «al encarcelamiento de algunos de sus miembros o a las restricciones de movimiento» y que muchas han sufrido pérdidas durante las hostilidades.

Recibió a los familiares de cuatro prisioneros palestinos, dos musulmanes y dos cristianos que se encuentran en cárceles israelíes. Del mismo modo, cuando acudió a la residencia del presidente de Israel, Shimón Peres, saludó a los padres de soldado israelí Guilad Shalit, secuestrado por Hamás desde 2006.

También donó, según dijo el portavoz vaticano, Federico Lombardi, 50.000 euros para los refugiados.

Recibido con banderas palestinas, cantos y bailes y teniendo como fondo el muro y la alambrada, el Papa subrayó el deseo de paz de los palestinos, de los que dijo que en estos días recuerdan «los eventos de mayo de 1948 y los años de un conflicto todavía no resuelto, que siguieron a esos eventos».

El 14 de mayo de 1948, pocas horas antes de que expirara el Mandato Británico sobre Palestina, David Ben Gurión proclamó la independencia del Estado de Israel, de acuerdo con lo establecido en el plan consagrado en la resolución 181 de la ONU, que fijaba la partición de esa tierra en dos Estados, uno árabe y otro judío, iniciativa que fue rechazada por los árabes.

Dos semanas más tarde estalló la guerra entre israelíes y palestinos, que estos recuerdan como naqba, la catástrofe.

Algunos refugiados portaban ayer pancartas donde estaba escrito «ninguna paz sin derechos», «ninguna justicia sin regreso a casa» y «basta ya de naqba».

Benedicto XVI manifestó que los refugiados viven en condiciones precarias y difíciles, con limitadas oportunidades de trabajo y que «es comprensible» que se sientan frustrados.

«Sus legítimas aspiraciones a una patria permanente, a un Estado Palestino independiente, siguen sin cumplirse», denunció el Papa, que añadió que los palestinos se sienten «atrapados en una espiral de violencia, de ataques, contraataques, venganzas y destrucciones continuas».

El Papa añadió que «todo el mundo» desea que se rompa esa espiral, anhela que la paz ponga fin a la perenne hostilidad y aseguró que de las dos partes del muro es necesaria una «gran valentía».

Benedicto XVI reconoció que la ayuda humanitaria es primordial, pero que una solución de largo plazo para un conflicto como éste «tiene que ser política».

El Papa les animó a cultivar la paz y la no violencia y exhortó a los jóvenes del campo de refugiados a prepararse porque en un futuro ellos serán los responsables de los asuntos palestinos.

Tras visitar el campo de refugiados se entrevistó con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, al que dijo que estaba «angustiado» después de ver la situación de los refugiados.

Abás pidió a los israelíes que renuncien a la ocupación, la colonización, los arrestos y las humillaciones, y añadió que la seguridad de sus vecinos sólo se podrá alcanzar con la paz.

Antes de reunirse con los refugiados, el Papa celebró una misa en la plaza del Pesebre, visitó la Gruta de la Natividad, donde nació Jesús, y un hospital infantil.

Hoy irá a Nazaret, la ciudad israelí de mayoría árabe, donde nació María.

Agencias EFE, DPA, Reuters y AFP

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