• En EE.UU. Será más duro que en 2010. Europa equivoca receta
El economista Joseph Stiglitz llevó ayer a Olivos la propuesta de que todos los países estudien la forma de unificar los métodos de cálculo de las variables de la economía de manera de que sirvan con eficacia a las decisiones. El Premio Nobel de Economía visitó a Cristina de Kirchner en una escala del viaje de regreso de Chile a su país, y en la reunión tomó conocimiento de la tarea del INDEC en la reforma de los métodos de medición de la economía con el concurso de una misión del FMI. Antes, el viajero se entrevistó en el Banco Central con Mercedes Marcó del Pont y Carlos Tomada.
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Stiglitz, quien también interrogó a la Presidente sobre la marcha del Gobierno en materia económica, criticó la diversidad en los sistemas que se aplican en diversos países para medir las variables, lo cual anula la posibilidad de sustentar medidas homogéneas que trasciendan las fronteras. En diálogo que escucharon también la esposa de Stiglitz, la periodista Anya Schiffrin (hija de André Schiffrin, uno de los más importantes editores de los Estados Unidos con los sellos Pantheon Books, The New Press) y Héctor Timerman, el economista ilustró las diferencias en las mediciones que hace la Argentina y los Estados Unidos. Allí, explicó, el cálculo de desocupación refleja, por los sistemas utilizados, apenas el cincuenta por ciento del desempleo real y en algunos segmentos, como los jóvenes de comunidades negras, oculta que el desempleo llega al 50%.
La Presidente contó que cuando fue a Nueva York este año en una de las reuniones con financistas le dijeron que ellos calculaban el índice de desempleo por lo menos el doble de lo declarado por el Boureau of the Census.
En la charla Stiglitz y Cristina de Kirchner se entusiasmaron con otra coincidencia: la necesidad de que la globalización sea acompañada por la creación de normas también globales y que superen las normas nacionales. La Presidente ilustró esa idea reflotando los argumentos que el Gobierno ha llevado a los foros internacionales para combatir los paraísos fiscales. Esos santuarios del desvío de fondos existen, dijo, porque no hay normas internacionales eficaces que limiten su funcionamiento.
Stiglitz halagó a la anfitriona con el relato, recurrente en todas sus exposiciones, de que el mejor sistema que hay para salir de la crisis financiera en Europa es el que empleó la Argentina. Cree Stiglitz que la estabilización de la economía criolla la produjo el aliciente al consumo, una política de tranquilizar al público para que gaste más y postergar el pago de la deuda reclamada por bancos y organismos internacionales.
En el diálogo fue muy crítico de la receta que se está aplicando en Europa que, dijo, lo único que pretende es salvar a los bancos.
También fue escéptico sobre la economía de los Estados Unidos. El Gobierno de Barack Obama, afirmó, no hace nada para ayudar a la gente a pagar sus hipotecas y salvar sus viviendas. Agregó que ese país pasará en 2011 dificultades más duras que en 2010.
Antes de despedirse le contó a la Presidente que ahora está trabajando en la integración de un grupo de economistas para preparar un plan de solución a la crisis financiera internacional que le presentará a dos grupos que integra la Argentina, el G-77 y el G-20; éste reúne a los países desarrollados y emergentes más importantes del mundo.
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