Volvió a hablar ayer minutos después del anuncio del fallecimiento. Cristina recibió la noticia en su despacho mientras estaba con Héctor Timerman. Luego ordenó suspender su acto en Casa Rosada y, tras consultar con Brasilia, canceló la cumbre con Dilma Rousseff. Y decretó tres días de duelo.
Desde la internación del comandante en Cuba, la mandataria vio una vez a Maduro y mantuvo varias charlas telefónicas. Fue parte de un proceso de reconocimiento mutuo porque, con Chávez en funciones, el vínculo fue exclusivo y excluyente entre los presidentes.
Obsesivo y detallista, Chávez atendía en persona -sin importar la hora ni la relevancia- todas y cada uno de los expedientes referidos a la Argentina. Esa característica, recuerdan en Gobierno, estaba potenciada por la relación "de afecto" que la unía a Cristina.
Menos en público que en privado, la Presidente habló de su amistad con el venezolano. Anoche, al cierre de esta edición, alistaba una comitiva para asistir a los funerales: la acompañarían Timerman y el ministro de Planificación, Julio De Vido, y una ristra de dirigentes y legisladores.
Invitado por Cristina de Kirchner, el uruguayo José Pepe Mujica también se integrará al contingente rumbo a Caracas.
El teléfono rojo entre Cristina y Chávez sacaba a cancilleres y embajadores del medio. Por esa razón, y por el tipo de vínculos formales pero distantes que, salvo excepciones, establece la Presidente, es reducida la empatía previa con Maduro.
Otra era la cercanía entre el sucesor bolivariano y Néstor Kirchner. El patagónico, como jefe de la Unasur, construyó una relación fluida y amable con el canciller venezolano durante un episodio: la negociación para reunir a Chávez y al colombiano Juan Manuel Santos.
En agosto de 2010, Kirchner tuvo una estadía intensa en Caracas y Bogotá. Se vio dos veces con el venezolano -la segunda se sumó Luiz Inácio Lula da Silva- y viajó a Colombia para encontrarse con Santos, recién electo en reemplazo de Álvaro Uribe.
En una hora difícil, fue el mensajero de una noticia saludable: Maduro asistiría a la asunción de Santos a pesar del clima hostil entre los dos países.
Eran días de extrema tensión. Una denuncia de Uribe ante la OEA, la movilización de tropas en la frontera y la decisión de cortar las relaciones diplomáticas sumergió a la región en un clima de incertidumbre.
Al frente de la Unasur, como antes había hecho durante la crisis de los rehenes de las FARC en la selva colombiana, Kirchner intercedió para facilitar un acercamiento. Maduro se movió toda la semana como una sombra del patagónico.
Kirchner -asistido por Juan Manuel Abal Medina y Rafael Folonier-, Maduro y la canciller colombiana, María Ángela Holguín, quemaron horas en busca de la llave para un encuentro que, finalmente, se produjo en Santa Clara, una ciudad colombiana sobre el Mar Caribe, el 10 de agosto.
El patagónico falleció dos meses y 17 días más tarde.
Transiciones
Los últimos meses, la Casa Rosada trató de construir certezas para la hipótesis de la ausencia de Chávez. Venezuela ha sido un socio político y económico, y una crisis en ese país puede rebotar en el país. Anoche se deslizaron algunas pistas:
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