21 de octubre 2016 - 00:00

Macri (más duro), a empresas: “Hay que romperse el traste”

Ante empresarios en el CICyP el Presidente apuró el pedido para que concreten inversiones. Les recordó que un tercio del país vive en pobreza.

Mensaje. Empresarios como Adrián Werthein, presidente del CICyP y Eduardo Eurnekian le prestaron el oído a los pedidos de Mauricio Macri.
Mensaje. Empresarios como Adrián Werthein, presidente del CICyP y Eduardo Eurnekian le prestaron el oído a los pedidos de Mauricio Macri.
Fue una apelación más dura que la escuchada en IDEA a empresarios para que definan inversiones y transformen los brotes verdes en verdadero crecimiento de la economía. Mauricio Macri no dudó en utilizar hasta algún golpe bajo recordando los niveles de pobreza en el país y la necesidad de un despegue rápido, sin más demoras que preocupan desde hace tiempo al mercado. El mensaje lo escucharon ayer todos los empresarios que se reúnen en el Consejo Interamericano de Comercio y Producción y que esta vez se sentaron a almorzar en el Hotel Alvear con un festejo doble: recibir a un Presidente en ejercicio después de 15 años en que los Kirchner le habían dado vuelta la cara a ese foro y el 75 aniversario del grupo.

En medio de esos pedidos presidenciales y de la propia presentación que hizo el presidente del CICyP, Adrián Werthein, apareció un debate que, aunque en tono amable, incluye el eje más complicado de la relación entre Macri y los empresarios argentinos, los que se suponía que serían sus aliados incondicionales desde el primer día. Casi en tono bíblico, Werthein razonó durante su introducción de Macri sobre la diferencia temporal entre ver y creer, obviamente en referencia al momento de apoyar a nuevos gobiernos con intenciones reformistas. El empresario le dio una mano al Presidente al pedir: "Si crees, te convertís en protagonista y porque como crees, hacés. Pero cuando vos decís quiero ver para creer, estás esperando que haga el otro. Si uno no está dispuesto a creer, nunca vas a ver".

La diferencia, que luego retomó Macri casi en tono de agradecimiento, tiene mucho más de real que de filosófico o poético: ese es el centro de las dudas que tienen hoy los empresarios sobre el futuro del Gobierno de Macri. Está claro, como se lo dijeron a Macri banqueros, inversores y empresarios en su visita a Nueva York en septiembre, que nadie duda sobre el sentido de las reformas económicas que el macrismo quiere llevar adelante desde la Presidencia. El problema es que mucho antes quieren "ver" el poder político que tiene el Gobierno para tomar e imponer decisiones y si el viento de cambio es pasajero o llegó para quedarse. Es lo mínimo que pide un inversor, de esos a los que Macri ayer pidió que apuraran sus decisiones, para determinar atornillar sus dólares en suelo argentino.

Después de esos párrafos llegaron los momentos más recordados del mensaje presidencial. Sobre todo cuando eligió utilizar un lenguaje casi de entre amigos para pedirles que sean "los primeros en plantear una agenda superadora, llamemoslo competitividad, productividad o romperse el traste, como le quieran decir...",

A continuación vino la apelación más dura: "No hay tiempo para miedos ni para mezquindad, porque uno de cada tres argentinos la está pasando mal".

Macri está razonando ahora, según traslucen sus propias palabras, que el tiempo inicial de su Gobierno se termina y debe apelar a hablar más directamente y sin aplicar esa anestesia, que muchos le criticaron hasta ahora, para la definición de un diagnóstico sobre la herencia recibida. La pobreza, en este caso, y su nueva medición, fue el punto fijo sobre el que se apoyó: "Todos sabemos que vamos a reducir la pobreza si generamos empleos de calidad, y sin educación de calidad es muy difícil que vaya a haber empleos de calidad".

Desde las mesas que rodeaban el escenario lo seguían Juan Manzur, embajadores de España, Brasil, Alemania, Italia, Noruega, Gran Bretaña, Israel, Paraguay, el estadounidense Noah Mamet, Carlos Melconian, Gustavo Posse, Sebastián Bagó, Jorge Di Fiori y Adelmo Gabbi.

Cuando terminó el mensaje, Macri bajó a comer el salmón ahumado con alcaparrones y huevos de codorniz y le dedicó todo el tiempo a Eduardo Eurnekian, con quien habló casi en secreto. El empresario, que tiene una relación de consulta mutua con Macri desde hace décadas, fue hasta marzo presidente del CICyP y lo había recibido allí el año pasado como candidato presidencial.

Una última curiosidad sobrevoló las mesas: cuando el almuerzo comenzaba, Ivan de Pineda, conductor de la reunión, anunció entre las visitas ilustres las presencias de Miguel Pichetto y Emilio Monzó. Poco después se verificó que ninguno de ellos había estado nunca en el salón. El primero no es amante de esos eventos y avisó la ausencia; el segundo estaba extenuado tras la sesión de Diputados que terminó a la madrugada y que tuvo el complemento de una posterior y discretísima charla con Sergio Massa.

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