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Mar del Plata estrenó museo con la alegría del arte Pop

Arriba, el lobo marino hecho de alfajores que levantó frente al MAR Marta Minujin, emblema del Pop vernáculo, y al lado, Edgardo Giménez con la escenografía que creó para el film “Los neuróticos”. Ambos forman parte de la muestra que inaugura el Museo de Arte Contemporáneo de la Provincia de Buenos Aires.
Con la premisa de que el museo es el mejor lugar para despertar el gusto por el arte, se decidió recrear la felicidad Pop de los años 60, movimiento que logró convertir en cuestiones gratas y extraordinarias las cosas comunes de todos los días. Para inaugurar el MAR la opción ideal fueron los colores exultantes y la alegría esencial de las obras del Pop que el público miraba extasiado.
Tanto en sus versiones locales como internacionales, el Pop sigue siendo un referente para las nuevas generaciones, sus atractivas imágenes enriquecen todavía el imaginario de los jóvenes -y no tan jóvenes- del mundo entero. Si en algún momento se consideró que entre la vida real y el arte había un abismo, el Pop comenzó a cerrarlo. Al romper con el exclusivismo y "humanizar" su mensaje, suscitó un interés creciente por el arte y el gran público llegó entonces a los museos. La exhibición del MAR -aún con la concesión a la presencia marketinera de Moria Casán, una infiltrada cuya figura cuelga en el lobby, es didáctica. Además se reivindica la obra de dos marplatenses, Federico Peralta Ramos y Pablo Menicucci, quien expuso en las Experiencias 1969 del Instituto Di Tella.
En la primera sala está el "Rompecabezas" de Jorge de la Vega, y los collages de Alberto Greco sobre el asesinato de Kennedy, un antecedente del Pop.
La "Ola Pop en el MAR" muestra un Pop a la argentina. Un movimiento tan mestizo que al analizarlo desde la perspectiva europea, el crítico francés Pierre Restany percibió las singularidades de la cultura autóctona y las denominó "lunfardo". El "Pop lunfardo" es Minujín, su "vedette emblemática", así lo afirmó Restany, miembro del jurado (junto a Romero Brest y Clement Greenberg) que en 1964 le otorgó el Premio Nacional del Di Tella por "Eróticos en technicolor" y "Revuélquese y viva". Minujín mantiene firme esa corona. Levantó frente al MAR un lobo marino hecho de alfajores y montó una instalación de colchones que, a pesar de que en el Museo nadie se revuelca, continúa siendo un estímulo para liberarse de cualquier prejuicio.
Así, dispuestos a contradecir criterios conservadores y con una libertad desconocida hasta entonces, los artistas Pop recrean esos tiempos de excepcional optimismo. Edgardo Giménez trabajó durante seis años con Telerman y sus obras ocupan un lugar privilegiado. Allí está las inmensas olas de la escenografía del film "Los neuróticos" de 1968, el "Saltamontes", los aviones orbitando alrededor de Moria y la deliciosa "Mona albina". Giménez, con sus escenografías, sus diseños de muebles, arquitecturas y sobre todo, con los carteles publicitarios destinados al público masivo que continúa realizando hasta hoy, ambiciona que "la gente que pasa por la calle, incorpore el buen gusto". Y así recuerda a Romero Brest, cuando decía "que el buen gusto se incorpore inesperadamente".
Esta vertiente mestiza y de algún modo argentina, es la que rescató el curador Rodrigo Alonso, en la segunda sala con artistas que pasaron por el Di Tella pero no en su período Pop: David Lamelas, Oscar Palacio, Danza Actual (Ana Kamien, Marilú Marini y Graciela Martínez), Nacha Guevara, Martha Peluffo, Federico Klemm (participó en happenings del Di Tella), Rómulo Macció (expuso en el Di Tella, aunque no es exactamente Pop), Juan Carlos Distéfano (trabajó como diseñador en el Instituto).
Las esculturas de Juan Stoppani, con su estética kitsch y en ocasiones delirante, figuran en el MAR acompañadas por la recreación de la performance "Todo lo que Juan Stoppani no se pudo poner": una joven sentada en un banquito y rodeada de manzanas verdes con un turbante de seda color azul de 200 metros de largo que recorre las salas del Museo. Con otra estética, Delia Cancela y su marido Mesejean, pioneros del diseño de moda, se caracterizan por su alto grado de sofisticación. Ellos crearon la marca de ropa y accesorios "Pablo y Delia", realizaron tapas para "Vogue" y "Harpers Bazar" y trabajaron en París para Kenzo e Yves Saint Laurent. Juntos en el año 1966 escribieron el frívolo manifiesto que dice: "Nosotros amamos los días de sol, las plantas, los Rolling Stones, las medias blancas, rosas y plateadas, a Sonny and Cher, a Rita Tushingham y a Bob Dylan. Las pieles, Saint Laurent y el Young savage look, las canciones de moda, el campo, el celeste y el rosa, las camisas con flores, las camisas con rayas, que nos saquen fotos, los pelos, Alicia en el País de las Maravillas, los cuerpos tostados, las gorras de color, las caras blancas y los finales felices, el mar, bailar, las revistas...". Sus pinturas reflejan ese universo.
En la tercera sala Alonso incluyó artistas que no estuvieron en el Di Tella pero sí en las Bienales Americanas de Arte de Córdoba, artistas de La Plata, y figuras como Nicolás García Uriburu, Antonio Seguí, Luis Benedit, Josefina Robirosa, Silvina Benguria, Narcisa Hirsch, entre otros. "El Pop no fue sólo un fenómeno de Buenos Aires sino que se extendió a otras ciudades del país", concluye el curador.
Finalmente, Telerman con el apoyo del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, abrió las puertas del Museo más grande del país. Con sus 7.000 metros el MAR tiene 100 metros más que el Museo de la Casa Rosada, y supera por 200 la inmensa superficie de la Colección Amalia Fortabat.
Entretanto, la gracia contagiosa del Pop estará para atraer al público durante todo el verano.
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