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Menem: al Senado no le gustan los desafueros
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Carlos Menem
La cuestión, entonces, es cómo será este camino. Menem tiene la opción, que obviamente tomará, de apelar la decisión de Casación, tribunal que seguramente no le rechazará el camino a la Corte Suprema.
Es seguro, por lo tanto, que el Penal Económico 3, que debe fijar ahora la condena basándose en una pena prevista de 12 años, la fijada para el contrabando agravado, se va a tomar todo el tiempo necesario para esperar la resolución de la Corte sobre esa apelación.
Llegados a ese terreno, la situación cambia. El máximo tribunal puede declarar admisible el recurso presentado por Menem o rechazarlo, esto último lo más probable. Si lo admite, no será durante este Gobierno cuando se tome una resolución del caso.
Pero cualquiera sea la respuesta para ese momento el expresidente ya habrá ganado el tiempo suficiente para que lleguen las elecciones. Ese plazo también suena como música para los oídos del Gobierno: el kirchnerismo estará más tranquilo en este tema si no se ve forzado a tomar una decisión en el recinto del Senado sobre un pedido de desafuero en el corto plazo y puede demorarlo, al menos, hasta después de octubre.
Ese debate será imprescindible para responder al pedido que hará el Tribunal Oral Penal Económico 3 si a Menem le falla la opción de la Corte Suprema en el intento por ejecutar la condena.
Y en el caso que el recurso extraordinario le sea adverso, aun puede recurrir la defensa del expresidente a un recurso por queja que alargue la situación.
Tampoco debe pensarse que la cuestión es simple. En el Congreso existen en archivo decenas de pedidos de desafuero que nunca fueron tratados. Pero hay un caso emblemátivo que servirá como antecedente: el de Eduardo César Angeloz cuyo desafuero se aprobó en 1996 con los dos tercios de los votos. Claro que en ese caso fue para que el juez de instrucción cordobés Manuel Molina avanzara con la causa por enriquecimiento ilícito contra el exgobernador.
En esto existe una diferencia clave: se trató del desafuero a un radical, consentido es cierto por senadores de la UCR aunque lo votaran en contra, en medio de un Gobierno peronista.
Con Menem no es la misma situación: el expresidente es hoy un voto a sumar cada vez que el kirchnerismo debe juntar fuerzas y lo mejor es no complicar esa situación. Como suele decir un especialista del Senado en estos temas: "En el peronismo un vaso de agua, una eximición de prisión y una traición no se le niega a nadie". Y se debe recordar que en política nadie quiere sembrar peligrosos antecedentes judiciales.
El alargamiento de plazos tiene otra escala que puede aportar demora: una vez que el pedido del Tribunal Oral llegue al Senado comenzará una etapa de análisis antes de conceder el desafuero. No será lo mismo una condena de prisión efectiva, que el otorgamiento del beneficio de la ejecución domiciliaria de la condena, algo a lo que Menem seguramente accederá con sus 82 años.
Parte de la oposición parece haberse apurado sin demasiado éxito en lo inmediato. Si no existe un reclamo judicial concreto, será imposible que el kirchnerismo le haga caso al pedido, por ejemplo, que hicieron el fin de semana Margarita Stolbizer, Gerardo Milman y Jaime Linares para que el Senado proceda a la remoción de Menem de su banca bajo la causal de "inhabilidad moral" argumentada en el artículo 66 de la Constitución Nacional. No parece viable que el oficialista permita desenvainar en el recinto una espada que haría temblar a más de un integrante del cuerpo.
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