“Naturalizar la infelicidad o armarse un mundo feliz cuando ya no es tal, bajo el mandato de mantener las formas”, dice Miriam Odorico sobre “Nada que no quieras”, que protagoniza junto a Mirtha Busnelli, Mónica Raiola e Inda Lavalle con dirección de Corina Fiorillo y escrita por Fabián Saad.
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“Nada que no quieras”: no hay silencio que dure cien años
Está protagonizada por Mirtha Busnelli, Miriam Odorico, Monica Raiola e Inda Lavalle. Escrita por Fabián Saad.

Esta historia sobre cuatro mujeres gira en torno de la decisión de un silencio sostenido que, más allá de las mejores intenciones, inevitablemente las convierte en cómplices. Busnelli es la madre, Raiola su hermana, Lavalle la hija de Busnelli y Odorico una amiga de la infancia. Se presenta todos los domingos a las 17.30 en el Teatro Picadero. Conversamos con Raiola y Odorico.
P.: ¿Cómo construyeron sus personajes?
Miriam Odorico: A mi me sirve qué le pasa en ese momento al personaje para poder darle una forma. Y a partir de ahí ir construyendo de la mano de la directora.
Mónica Raiola: Se ve esa conducta de tender a negar, acostumbrarse, el deseo de romper y liberar desde ese lugar en el que uno está alojado, abrirse a otra cosa. La hija viene rompiendo y eso hace que todo lo demás se mueva.
P.: ¿Qué temas dominan la obra?
M.O.: Las relaciones personales madre hija, amigas, hermanas, secretos, engaños, el deber ser, los pactos, el tiempo.
M.R.: Habla de no acostumbrarse a ser infeliz, de negar la realidad para salir adelante, seguir sosteniendo eso que a veces está vacío pero uno sigue insistiendo, habla de la salud, de la enfermedad, el deber ser, la moralidad. Son cuatro mujeres que se encuentran y se ven condenadas a convivir en un espacio por obligación y a partir de ahí toman otros rumbos.
P.: El encuentro entre las protagonistas destapa secretos y rencores, ¿de qué manera?
M.R.: A partir de este encuentro forzado donde los hombres no están presentes físicamente pero sí omnipresentes, se pueden decir cosas, se destraban cuestiones del pasado y se blanquean realidades que a todas afecta en algún lugar. Salen a flote secretos pero siempre estuvo la intención de no hacer mal y eso las ha llevado a guardar esos secretos, el no querer herir. Todo está hecho con las mejores intenciones pero en un momento la olla estalla.
M.O.: Si, esto se viene gestando con el correr de las horas y cada recuerdo va sumando y ca-
da reacción va cargando el aire para que se desate la tormenta.
P.: Como están abordados los vínculos entre estas mujeres, está la madre y la hija, las dos hermanas y la relación de amistad. ¿Cómo se tejen esas relaciones?
M.R.: En estas cuatro mujeres hay relación por familiaridad o paso del tiempo, todas terminan siendo familia. Ocupan roles muy claros cada una en entre sí y a partir de esto que se destraba esos roles y vínculos cambian. Esto que se abre tiene que ver con romper la resignación y a partir de lo que revela mi personaje, al que no se le daba ni voz ni voto y estaba a un lado, todo se coloca en otro lugar. Se modifica y aparece una verdad que les abre los ojos.
M.O.: Las relaciones entre personas no son nunca iguales porque dependen de cada una de las personas. Se teje con las particularidades y eso las hace diferentes.
P.: ¿Cuáles son los conflictos de cada una según los diferentes momentos de la vida que atraviesan?
M.R.: Si bien pareciera que estas mujeres solo se pelean, uno empieza a ver la sororidad que hay entre ellas, como se escuchan, se acompañan y se modifican por la relación de una con la otra, inclusive por las experiencias.
M.O.: La más fresca es la hija, con su cabecita aunque tiene muchos mandatos porque fue criada por su madre, el personaje de Mirtha Busnelli, que con mi personaje y el de Mónica es de la misma generación, la hermana que es Mónica, adicta al alcohol, siempre intentó revelarse y no soporta la vida por lo cual tiene esta problemática de adicción. El personaje de Mirtha y el mío son amigas de la infancia y son las mujeres que hicieron lo que había que hacer.
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