5 de noviembre 2012 - 00:00

Pekín renueva su cúpula dirigente en un clima de fuerte pesimismo

Xi Jinping
Xi Jinping
Pekín - El balance de los años de presidencia de Hu Jintao en China desilusiona: pese a que la propaganda comunista habla de una «década de oro», lo cierto es que los expertos se refieren más bien a una «década perdida» al acercarse el fin del mandato del jefe de Estado y del partido. Escándalo, corrupción y luchas de poder ponen un punto final nada honroso a la era del tecnócrata de 69 años.

El jueves 8 de noviembre comienza el 18 Congreso del Partido Comunista Chino, en el que tendrá lugar el primer cambio generacional en la cúpula del Gobierno y del partido en diez años. Entonces, la «quinta generación de líderes» asumirá el mando bajo el actual vicepresidente Xi Jinping, de 59 años.

Pese al ascenso de China como segunda potencia económica del mundo, el balance decepciona: «Una década de estancamiento o de marcha atrás», asegura el escritor y comentarista Zhang Lifan. «La mayoría no se benefició del desarrollo económico, que disfrutó sólo una minoría», señala sobre la creciente brecha entre pobres y ricos. «La reforma política se estancó y en el sistema legal hubo retrocesos».

Hu Jintao fue saliendo adelante, pero sin arreglar la situación. «Y ahora entregará a la próxima cúpula una bomba de tiempo», asegura.

También el jefe de Gobierno, Wen Jiabao, que dejará su cargo en marzo, ha decepcionado a muchos. «El abuelo Wen» se mostraba humilde y cercano al pueblo, pero según una información del The New York Times, su familia y su entorno acumularon riquezas de miles de millones de dólares durante su mandato. Su defensa de reformas políticas despertó las esperanzas, pero no cumplió sus promesas. Y para muchos, el premier de 70 años pasará a la historia como «el mejor actor de China».

«Hubo pocos éxitos en la última década», cree también el politólogo Xhang Ming, de la Universidad del Pueblo (Renmin Daxue). El rápido desarrollo económico no se debe a la cúpula de Pekín, sino más bien al empuje de la apertura de China, que ahora está más bien amainando. «En realidad tenía que haber habido esta década una transformación industrial y una modernización del país, pero no se hizo nada», dijo Zhang Ming.

«Además, se acumulan los problemas: recortes de ingresos, conflictos entre funcionarios y la gente, brecha entre las ciudades y los territorios rurales, problemas con seguros de enfermedad... nada de eso se ha solucionado», considera Zhang Ming. «La nueva cúpula se enfrenta a grandes dificultades», dijo. El analista considera también que China ha perdido una década y la compara con «la era de Leonid Brezhnev», el líder del Partido Comunista soviético que simboliza el inmovilismo de la URSS.

«Hu Jintao fue un fracaso», dijo también el profesor Zhang Jian de la Universidad de Pekín. «No hizo nada». En la segunda mitad de su mandato no le quedaba sin embargo mucho margen. La crisis financiera global de 2008 también afectó a China, donde un gigante programa de gastos para impulsar el crecimiento resultó fallido.

El sector estatal se benefició, pero la economía privada quedó debilitada e impulsó la inflación. Y es que durante la crisis faltó la fuerza para realizar reformas estructurales. El crecimiento sigue dependiendo de las exportaciones y de las inversiones, en lugar de basarse en la demanda y el consumo interno.

Al contrario que los anteriores líderes de China, Hu Jintao y Wen Jiabao mantuvieron mucho menos poder en sus manos, dijo el autor y expresidente de la cámara de comercio en Pekín, James McGregor. Durante su mandato, China vivió más bien el ascenso de diversos centros de poder y de una mentalidad según la cual «cada uno sólo se preocupa de sí mismo».

El país ha iniciado el camino hacia una «oligarquía dirigida por el partido». «El alabado modelo chino se ha convertido en la última década en un sistema de capitalismo autoritario que está en peligro de autodiluirse y de llevarse consigo al mundo», advierte McGregor, que también trabaja como asesor empresarial.

Agencia DPA

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