El drama de la peregrinación a La Meca, en la que murieron 769 personas, envenena aún más las relaciones ya muy deterioradas entre la República Islámica chiita de Irán y el reino sunita de Arabia Saudita.
El presidente iraní Hasán Rohaní acortó su estadía en Nueva York, adonde participó en la 70ª Asamblea General de la ONU, para poder asistir a la llegada de los cuerpos de las víctimas, que estaba prevista en un primer momento el martes. Pero vencido el plazo aún no había novedades y el guía supremo de Irán, Alí Jamenei, advirtió que su país reaccionaría "duramente" si Arabia Saudita no "cumple con su deber" de repatriar rápidamente los cuerpos de los 239 iraníes muertos en la tragedia. Las autoridades judiciales elevaron aún más la tensión al anunciar que llevarían a tribunales internacionales una tragedia que para Irán fue "consciente e intencional" y que podía haberse "previsto y evitado". Como contracara, los árabes criticaron el afán iraní de hacer "política" con la tragedia y culparon a los peregrinos iraníes de la estampida.
Estas acusaciones están orientadas a dañar el prestigio saudita como guardianes y gestores del santuario de La Meca, y a tratar de restarle influencia regional, una aspiración iraní desde la Revolución Islámica de 1979. El triunfo del ayatolá Ruhola Jomeini y su afán por exportar su visión política del islam causó de inmediato conflictos con Arabia Saudita, que tuvieron en La Meca algunos de sus episodios más sonados.
En el año 1987 hubo un enfrentamiento entre peregrinos iraníes en la ciudad santa durante el "hach" con las fuerzas de seguridad sauditas, lo que acabó con la vida de más de 400 personas, en su mayoría iraníes. Jomeini nunca perdonó a Arabia Saudita este incidente, tal y como recogió en su testamento. "Si perdonamos a Sadam Husein (presidente iraquí), si nos olvidamos de la cuestión de Jerusalén, si perdonamos los crímenes de EE.UU., no perdonaremos a Al Saud", dijo.
La animadversión es mutua, tal y como reflejan los documentos de Arabia Saudita difundidos por Wikileaks y publicados por la prensa iraní, Riad abogaba ante Estados Unidos por "cortarle la cabeza a la serpiente", en referencia al Gobierno de Teherán.
El histórico acuerdo de Irán con las grandes potencias mundiales en las negociaciones nucleares también juega un papel importante en esta enemistad. El regreso de Irán a la comunidad internacional y su mejor sintonía con Occidente pone en peligro la dominante posición comercial y política saudita. Los sauditas aceptaron el acuerdo tras presiones de EE.UU. y promesas de incrementar el flujo de armas avanzadas.
En la actualidad, no existe conflicto regional en el que Irán y Arabia Saudita no estén directamente enfrentados como en Irak, Siria, Líbano, Yemen o Baréin, ya sea de forma política, cultural y con las armas. La crisis de La Meca no es más que otro cruce en esta lucha por la hegemonía.
De echo, la coalición militar dirigida por Riad anunció que había interceptado el sábado pasado, frente a las costas de Omán, un barco cargado de armas destinadas a los rebeldes chiitas hutíes de Yemen. La coalición, integrada principalmente por los países del Golfo, impone un bloqueo marítimo de Yemen desde el comienzo de su intervención en marzo pasado para apoyar al presidente Abd Rabu Mansur Hadi contra los rebeldes, aliados de Irán. Yemen y la coalición acusan a Irán de apoyar activamente a los hutíes, que se apoderaron de vastos territorios.
Agencias AFP y EFE, y Ámbito Financiero |
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