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“Programar Chaplin en TV vuelve loco a cualquiera”
«Retro» funcionó durante los años de «Claxon», y apoyado en la imprecisa legislación del derecho público, con emisión de films de cuyo 60% no se poseía copyright. Cuando eliminaron ese gran porcentaje de películas, TCM debió hacerse cargo de proveer a Retro. Ahora, desde el 1° de abril, «TCM» canalizará todo lo relacionado con lo clásico, cine y series, quedando como único competidor de «Cinecanal Classics».
Marcelo Tamburri, director de TCM, habló con este diario sobre algunos pormenores del trabajo con el cine clásico: «Cuando uno programa una señal de cine clásico debe vencer el preconcepto del blanco y negro. Otro desafío es hacerse de público, que lo tenemos, pero bien exquisito, mientras los canales de 'blockbusters' los sigue todo el mundo. En cuanto al dilema doblaje-subtitulado, todas las películas de prime time irán con subtitulado, y la tarde seguirá con films doblados. Argentina es amante del subtitulado, en Brasil se oponen a los subtítulos; allí el cine doblado es el modo de llegar al público dadas las altas tasas de analfabetismo. Recuerdo haber testeado un grupo de gente mayor, de 70 años, y todos preferían, al revés de lo que uno podía suponer por la edad, el subtitulado. ¿Por qué? Leen mejor de lo que oyen, y no los intimida ponerse lentes pero sí subir el volumen del televisor».
Según Tamburri, el anunciante se suele motivar con aquello que tiene más difusión, por caso, ciclos, sean estos de género o inventados, como «stand alone» (agrupación de films donde los protagonistas están solos contra el mundo), «damas o caballeros», con «Tootsie» o «Víctor Victoria», o los habituales ciclos «directores», «actores», donde se advierte mayor permeabilidad a la difusión y por ende, a la venta comercial.
Al no tener «blockbusters» o films que pasan del cine al cable, como «HBO» o «Movie City» (actualmente emiten películas que estuvieron nominadas al Oscar el año pasado como «Juno» o «El tren de las 3.10 a Yuma», la búsqueda de los programadores del cine clásico es diferente y hasta más engorrosa. Constantemente revisan la librería (colección de películas) y ante la ausencia de criterio unificador, se programa cronológicamente.
En relación a las novedades, habrá un nuevo ciclo de westerns, con dos películas por noche y esperan conseguir «Doce hombres en pugna» y «El Juicio de Nüremberg» para completar el ciclo «films de juicios».
Estará «TCM imports» con cine europeo, asiático y latinoamericano, y se recuperarán ciclos valiosos de «Retro» como cine de terror o la matiné de los sábados de superacción. El cine mudo no se emitirá de manera regular como hasta ahora sino que será agrupado en «Buster Keaton», «Chaplin». Tamburri destacó la compra de las 14 temporadas completas de «Dallas» (365 capítulos), «que podía no haber funcionado pero no había modo de comprar de a partes. Lo pensamos como la telenovela de la tarde y le fue bien así; además no podíamos comenzar a emitirla y si fracasaba, levantarla. Hay respeto por la continuidad de la programación». Igual que en TV abierta.
«El televidente que te sigue pretende que tengas todo, nuestro público pide ciertos títulos, y es difícil explicarle, por ejemplo, que en algunos casos pueden faltar cinco episodios porque las copias están destruidas, o que el estudio tiene el DVD pero no para emitirlo, o porque el autor de la música no había cedido los derechos».
La negociación de derechos de clásicos para televisión merece un párrafo aparte. «Blade Runner» o «Atrapado sin salida» se proyectan en cable pero, cuando culminen sus contratos, no habrá con quien ir a negociarla pues no tienen estudio. En cuanto al dominio público al que llega una obra luego de cierta cantidad de años, se trata de un arma de doble filo, pues la copia original es prácticamente inconseguible.
«Programar clásicos es muy difícil, pues además de chequear audios, videos, y encontrar patrimonio cultural olvidado en sótanos, muchas veces se llega a que hay que negociar con una sola persona. Chaplin es un dolor de muelas, pues parte de sus películas pertenece a su familia, otra parte al estudio, y otra es de dominio público. Luego, lo que se firma cuando se compra material de Chaplin es demasiado limitado. Los contratos obligan limitan la autorización a su pase sólo en pantalla, pero no autorizan difusión de ningún tipo, ni afiches ni Internet».
Los paquetes de películas clásicas se adquieren de a 50 o 100, a diferencia de lo que ocurre con los «blockbusters», que pueden ascender a 1 millón de dólares cada uno, casos «Wall E» o «Iron man», que para ser amortizados deben recuperar, vía publicidad, en la primera tanda.
De las series que se verán desde el 1° de abril en TCM figuran la «Batman» de los años 60, que después de 20 años se vuelve a emitir en TV. Con esta compra, aparece otro de los complicados trámites de conseguir clásicos: el doblaje original, pues el público busca volver ver las series tal como las escucharon en su infancia. Pero como los dueños del doblaje son los canales de TV, cuando se negocia la serie, la negociación acerca del doblaje va por otro carril. Y la exigencia es comprensible pues nadie imagina ver «Los tres chiflados» o «Los Simpsons» en idioma original. «Ni siquiera causan gracia aún en un país como la Argentina que detesta el doblaje», comenta.
Los conciertos de históricos funcionan bien. El año pasado se emitieron uno de Frank Sinatra y otro de Elvis Presley, con lo que se ofrecerán 4 o 5 recitales por año, pero la búsqueda también se dificulta pues pretenden que se trate de «el» concierto de los artistas, por caso, Liza Minnelly en el Carnegie Hall, Deep Purple en California, Woodstock o Led Zeppelin. Funcionan a nivel rating, anunciantes y no se pueden encontrar en ningún otro canal. El problema de esos shows radica en la mala calidad visual o que están grabados en mono y tapados con los gritos de los fans.
TCM también emitirá el ciclo «Essentials» del especialista Robert Osborne, un histórico de Hollywood que convoca a actores y directores de primera línea para desmenuzar un clásico. Además quieren que Osborne grabe capítulos en Buenos Aires con figuras locales. Entre las propuestas extra-pantalla, «TCM» pondrá medio centenar de películas a disposición del Museo del cine de la Ciudad Pablo Ducrós Hicken para ser tenidos en cuenta a la hora de programar ciclos.
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