6 de junio 2011 - 00:00

Proyecciones consagraban a Humala; se abre una etapa de incertidumbre

Después de votar, Ollanta Humala cumplió con el ritual de mostrarse en familia ante la prensa, desayuno mediante. Su esposa Nadine Heredia, siempre sonriente, es para algunos observadores una figura con posibles expectativas políticas a futuro.
Después de votar, Ollanta Humala cumplió con el ritual de mostrarse en familia ante la prensa, desayuno mediante. Su esposa Nadine Heredia, siempre sonriente, es para algunos observadores una figura con posibles expectativas políticas a futuro.
Lima - El exmilitar nacionalista de centroizquierda Ollanta Humala se encaminaba anoche a convertirse en presidente electo de Perú con cerca del 51,5% de los votos frente al 48,5% de la conservadora Keiko Fujimori, de acuerdo con los conteos rápidos sobre el 100% de las actas realizados por las tres principales empresas encuestadoras locales.

Con todo, al cierre de esta edición se conocieron datos con el 75% de las mesas escrutadas que daban a Humala una ínfima ventaja. Sin embargo, la llegada de votos desde el interior del país debería favorecerlo.

No obstante, Fujimori habló al cierre de esta edición y no reconoció la derrota, a la espera de los resultados oficiales. Con inocultable poco entusiasmo, desde su búnker del Hotel Bolívar, la postulante de Fuerza 2011 pidió a la militancia permanecer alerta, tras lo cual salió al balcón a saludar a sus partidarios.

Humala, excomandante de 48 años que había ganado la primera vuelta del 10 de abril con el 31,7% de los sufragios, accedería así a la Presidencia con la carta de la inclusión social de importantes sectores de la población que permanecieron al margen del crecimiento económico.

Un dato insoslayable es que el virtual presidente electo, pese a que trató en las últimas semanas de brindar inequívocas señales de continuidad en el rumbo económico general, no era el preferido de los mercados.

Anoche, a la espera de los resultados oficiales y mientras los partidarios de uno y otra se congregaban en las inmediaciones de los hoteles Bolívar y Los Delfines, el Gobierno de Alan García y referentes humalistas se esforzaban por contener la anunciada incertidumbre de los agentes financieros. Como pauta, cuando el miércoles pasado circularon encuestas que ya marcaban un vuelco menor pero decisivo a favor del centroizquierdista, la Bolsa de Lima cayó casi un 6%.

El ministro de Economía, Ismael Benavides, se apresuró a garantizar que implementará «un plan de contingencia» para otorgar «liquidez en el mercado por parte del Tesoro», al tiempo que uno de los economistas referentes de Humala, Kurt Burneo, ratificaba que no se implementarán nuevos impuestos más allá de los que afecten a la minería («a definir») y citaba medidas de intervención en la economía del conservador chileno Sebastián Piñera como pasos por seguir.

En el estrecho margen que imponen las demandas de sus votantes y su voluntad evidente de desactivar las acusaciones de «chavista», «marxista», «expropiador» y «estatista», el próximo Gobierno deberá afrontar importantes desafíos sociales.

Por un lado, el nivel de pobreza de Perú se ubica en el orden del 34%, que puede ser mucho mayor si se aplican criterios para medirla más rigurosos que los oficiales. Se suma a ello una informalidad laboral del orden del 70%, que se refleja en que los cotizantes al sistema de las administradoras de fondos de pensión (AFP) son apenas cinco millones sobre una fuerza laboral de 19 millones.

No obstante, Burneo insistió en que no se tocarán las bases del sistema jubilatorio y que sólo negociaría una rebaja de la comisión del 21% del aporte que éstas cobran, una instancia a la que las cuatro AFP vigentes están dispuestas dado que ha habido, en los últimos tiempos, una significativa merma de nuevas afiliaciones.

El país tiene un tendal de deudas en materia social. «En Perú, nada es gratis. Todo cuesta muy caro, ya sea ir al médico, la consulta y la medicación. No es como en su país», comentó a este enviado la técnica en enfermería jubilada María Isabel Angulo, de 70 años, sobre la avenida Alfonso Ugarte. La mujer juntaba firmas el viernes pasado para conseguir cobertura de salud universal para los mayores.

Dos hombres que fueron clave para que Humala supere su techo, Mario Vargas Llosa y Alejandro Toledo, anoche ratificaron su satisfacción por la derrota de Fujimori, ícono de un régimen que en los 90 perpetró un golpe de Estado y entabló una guerra ilegal contra el terrorismo.

El escritor ganador del premio Nobel celebró que «se ha salvado la democracia», mientras el expresidente centrista Toledo, en tono similar, recordó las luchas contra Fujimori. «Confiamos en que el nuevo Gobierno cumpla con lo prometido», indicó con el objetivo de serenar a los temerosos.

Una vez definido el rumbo, hay indicios que marcan que más temprano que tarde aflorarán disconformes internos en el eventual Gobierno de Humala. Por un lado, junto con el exmilitar llegaron quienes fueron hasta la primera vuelta sus sustentos ideológicos, como el congresista socialista Javier Díez Canseco o el economista Félix Jiménez, y por el otro, quienes buscan mostrar un rostro moderado. Por ahora, se escuchan vueltas retóricas para mantener la unidad.



* Enviado especial a Perú

Dejá tu comentario