Juan Román Riquelme besa la pelota ante la presencia intrusa del árbitro Diego Abal. El volante de Boca no jugó un gran partido, pero su presencia liberó a sus compañeros.
No hizo magia, pero en dos o tres toques mostró que es un jugador distinto, como dicen los italianos «un fuera de clase». Juan Román Riquelme retomó su romance con la pelota y Boca volvió a ganar. Pero, lo más importante, él volvió a ser feliz: «Me sentí muy bien en la cancha, extrañaba jugar al fútbol. Mejoré mucho de esa molestia, aunque sigue estando, no me impide jugar y llevo varios días corriendo».
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Una molesta lesión en la planta del pie lo tuvo casi dos meses sin jugar, y Boca lo sintió tanto que a partir de allí se desató una crisis, con siete partidos sin ganar y hasta el fantasma de quedar último en el torneo Clausura, mientras en la Copa Libertadores se sobrevivía a duras penas.
Por eso ahora, a pesar de que todavía le duele, no quiere faltar ni por el campeonato, ni por la Copa: «En el campeonato tenemos que sumar muchos puntos para poder clasificar a la próxima Copa Libertadores. Ojalá podamos salir campeones el próximo semestre o reunir muchos puntos. Si no conseguimos eso, lamentablemente vamos a tener que ver la próxima Copa por la televisión».
Sobre el partido ante Arsenal, explicó: «Boca jugó bien y ganó merecidamente, pero tenemos que repetir esta actuación el jueves que viene por la Copa, si no van a decir que otra vez retrocedimos. En la Libertadores no podemos cometer errores porque una distracción te deja afuera».
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