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River perdió por escándalo

Los barras bravas quisieron ser protagonistas suspendiendo por 20 minutos el partido. Pitana protege a los jugadores de River. Abajo, el festejo de César Pereyra y la mueca triste de Carrizo.
River jugó de la misma
manera que en los últimos partidos. Es decir, en líneas genemuy mal, con muchos problemas defensivos y sin ambiciones ofensivas.
Belgrano pudo abrir el partido gracias a una mano infantil de Adalberto Román, en un centro sin peligro y el mérito de César Mansanelli fue patear el penal con mucha convicción y potencia, dejando sin chances a Carrizo.
Ese gol fue un «mazazo» en el ánimo de River, que ni siquiera se recuperó con el descanso del entretiempo y a los 4 minutos, como consecuencia de ello, César «Picante» Pereyra le dio el mazazo final, ganándole un forcejeo a Almeyda.
Después vino la insólita invasión de cancha de barras bravas con la cara tapada para que no los reconozcan, y la Policía apareció tarde, y mal, cuando ya habían empujado a Arano y a Lamela y se le habían plantado a Almeyda cara a cara. Hasta el árbitro Pitana tuvo que interceder (recordando sus tiempos de custodia de discoteca) para poner orden.
Con el resultado en contra, Juan José López recién se animó a poner a Pavone y salir a atacar con pelotazos largos y centros, que le dieron la posibilidad de descontar.
River perdió mucho más que un partido. Perdió la fe y tres de sus pilares (Almeyda, Ferrari y Román) que llegaron a la quinta amarilla y no estarán en el Monumental.
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