“Un hombre solo está verdaderamente muerto, decía Borges, cuando muere a su vez el último hombre que lo ha conocido”, así comienza su biografía de Sigmund Freud la historiadora del psicoanálisis Élisabeth Roudinesco -que antes publicara la de Jacques Lacan- para mostrar que sigue permanentemente vivo a través de su obra y la de sus continuadores. Sabe a los desafíos, polémicas que se enfrenta. Cuenta con elementos para detallar, de manera no contada hasta ahora y con amplitud, la vida de uno de los pensadores fundamentales del siglo XX. Cuenta con haber podido acceder a los archivos de Freud en el Departamento de Manuscritos de la Biblioteca del Congreso de Washington y de sus documentos en el Freud Museum de Viena. Sabe que, cuando Arnold Zweig le dijo a Freud que le gustaría escribir su biografía, él le contestó: el que se vuelve biógrafo, se ve obligado a mentir, a esconder, a embellecer y a ocultar su propia incomprensión.
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Roudinesco, una autorizada biógrafa de Freud
Las biografías de Freud aparecidas hasta ahora fueron campo de batalla intelectual, y la amplia y detallada de Roudinesco se ha internado en ese belicoso terreno desde la misma llegada a librerías. Más aún dado que cuenta con documentación hasta ahora desconocida le permitió a Roudinesco que la lleva a descartar fuentes y cuestiones que se tenían como ciertas. Intenta no participar ni de la “leyenda negra” ni de la “leyenda dorada”. Busca en Freud los orígenes de su pensamiento profundamente innovador, su interés por lo oculto, el arte de su escritura, la relación con sus pacientes y su entorno. Va de la Viena de la belle époque a Hitler y su exilio en Londres. Tiene por momentos el encanto de una novela, de un inesperado, profundo y atractivo acercamiento al fundador del psicoanálisis.
M.S.
=Élizabeth Roudinesco, “Freud, en su tiempo y en el nuestro”. (Bs. As., Debate, 2023, 620 págs.).
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