6 de mayo 2009 - 00:00

“Sólo una voz masculina puede hablar de pornografía”

Shenny Madrigal: «Tal vez por ser mexicana elegí un personaje varón. La sociedad a la que pertenezco me hace más fácil ver el tema de la pornografía desde los ojos de un hombre».
Shenny Madrigal: «Tal vez por ser mexicana elegí un personaje varón. La sociedad a la que pertenezco me hace más fácil ver el tema de la pornografía desde los ojos de un hombre».
Casi por cábala, por aquello que en la Argentina editó Gabriel García Márquez «Cien años de soledad» y ya se sabe como le fue. la joven escritora mexicana Shenny Madrigal públicó «A veces un pájaro», que ya tiene editor en Italia, país en el que reside. Antes de la presentación de su obra en la Feria del Libro, dialogamos con ella.

Periodista: ¿De qué se trata «A veces un pájaro»?

Shenny Madrigal: Hay algo que me fascina el sentido de la evolución, no sólo en el universo natural sino en el mundo cultural y político. Es fantástico seguir el proceso vivido por las leyendas o por las naciones. Mucho de esto yo lo vivo como mexicana, soy producto de la conquista, de inmigraciones, de cambios geopolíticos y humanos, y también lo veo cuando reviso las mutaciones de la leyendas de los pueblos originarios. Yo sufrí el pasaje familiar en migraciones internas: del DF a Colima, a Guadalajara, a Jalisco, luego a Londres y a Italia. Busqué narrar los cambios que ese tipo de pasajes provoca y que no suelen advertirse.

P.: Eso es algo que le ocurre a su personaje, Mateo, un ornitólogo que para sobrevivir en Milán se dedica a pornógrafo.

S.M.: La idea de evolución es uno de los condimentos teóricos que me impulsaron a narrar esta historia. En realidad, desde el personaje lo que importa es su relación con la pornografía. Mateo se ve necesitado de dedicarse a escribir guiones porno para vivir. La pornografía tiene una presencia más importante en nuestra vida de lo que aceptamos. Estamos bombardeados por alusiones a lo sexual. La publicidad apela a la sensualidad en muchos casos. La pornografía es algo oscuro que tendemos a negar, que no aceptamos que está ahí, y es un enorme negocio mundial. Mateo, mi personaje, revela ese mundo como algo trivial. Dice que la pornografía promete lo que da, y no como ocurre en otros casos que somos siempre consumidores decepcionados. Él muestra que la pornografía está ahí, aunque no aceptemos el peso fuerte que tiene en nuestra vida.

P.: Vivimos rodeados por la pornografía.

S.M: Así es, es increíble que sea un tema tabú cuando estamos tan circundados. Pertenecemos a sociedades éticamente conservadoras, más allá de las ideologías, cuando la realidad íntima es otra. El peso que hoy tiene la pornografía en Internet es tremendo, entonces resulta escandaloso que no se la reconozca abiertamente, y se la acepte.

P.: ¿Hizo investigaciones?

S.M.: Sí. Cuando escribía la novela visité una productora de películas porno y el mundo que allí vi no se diferenciaba demasiado, por momentos, del de una peluquería o un gimnasio. Ahí comprendí que no tenía respuestas a los interrogantes que me surgían, que una actitud de pudor o moralista era peor que la ignorancia, y traté de entender narrando una historia.

P.: ¿Por qué asumió la voz de un hombre para contarla?

S.M.: Probablemente por ser mexicana. La sociedad a la que pertenezco me hace más fácil ver el tema desde los ojos de un hombre. Por otra parte, el tipo de animal que somos los humanos hace que la mujer esté más ligada, convencionalmente, a los afectos con relación a la pareja que tiende a establecer. En ese esquema aparece como si fuera una determinación biológica el que las mujeres aparezcamos condenadas al romanticismo, y yo necesitaba un narrador que tuviera cierto cinismo. Y busqué superar la traba inconsciente de lo que sentía que no podía decir desde la voz de una mujer, aunque fuera por prejuicios que aún subsisten, aun en tiempos en que las mujeres no tenemos nada que ver con ellos. Aun en las sociedades donde la mujer está emancipada y puede contar abiertamente de sus aventuras sexuales, en la mayoría de los casos busca condimentarla con aspectos amorosos, por eso lo pornográfico sigue siendo más fácil narrar desde lo masculino.

P.: Pero eso no le fue suficiente.

S.M.: Para Mateo una mujer, Clara, no sólo es lo importante de lo femenino, sino un aspecto de lo sagrado, donde el objeto es un igual diferente y aparece el real comercio amoroso. Pero Mateo tiene otros frentes, por ejemplo el que lo enfrenta a la decepción, a emigrar en el intento de lograr algo, y sentir al final las manos vacías. Mateo ve que las cosas tienden siempre el rumbo equivocado, es un pesimista.

P.: ¿Qué escritores siente que la influyeron?

Sh.M.: Rulfo y Arreola. Borges, Cortázar y Vargas Llosa. Y después Philip K. Dick, Henry Miller y Kurt Vonnegut.

Entrevista de Máximo Soto

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