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“Sólo una voz masculina puede hablar de pornografía”

Shenny Madrigal: «Tal vez por ser mexicana elegí un personaje varón. La sociedad a la que pertenezco me hace más fácil ver el tema de la pornografía desde los ojos de un hombre».
P.: Vivimos rodeados por la pornografía.
S.M: Así es, es increíble que sea un tema tabú cuando estamos tan circundados. Pertenecemos a sociedades éticamente conservadoras, más allá de las ideologías, cuando la realidad íntima es otra. El peso que hoy tiene la pornografía en Internet es tremendo, entonces resulta escandaloso que no se la reconozca abiertamente, y se la acepte.
P.: ¿Hizo investigaciones?
S.M.: Sí. Cuando escribía la novela visité una productora de películas porno y el mundo que allí vi no se diferenciaba demasiado, por momentos, del de una peluquería o un gimnasio. Ahí comprendí que no tenía respuestas a los interrogantes que me surgían, que una actitud de pudor o moralista era peor que la ignorancia, y traté de entender narrando una historia.
P.: ¿Por qué asumió la voz de un hombre para contarla?
S.M.: Probablemente por ser mexicana. La sociedad a la que pertenezco me hace más fácil ver el tema desde los ojos de un hombre. Por otra parte, el tipo de animal que somos los humanos hace que la mujer esté más ligada, convencionalmente, a los afectos con relación a la pareja que tiende a establecer. En ese esquema aparece como si fuera una determinación biológica el que las mujeres aparezcamos condenadas al romanticismo, y yo necesitaba un narrador que tuviera cierto cinismo. Y busqué superar la traba inconsciente de lo que sentía que no podía decir desde la voz de una mujer, aunque fuera por prejuicios que aún subsisten, aun en tiempos en que las mujeres no tenemos nada que ver con ellos. Aun en las sociedades donde la mujer está emancipada y puede contar abiertamente de sus aventuras sexuales, en la mayoría de los casos busca condimentarla con aspectos amorosos, por eso lo pornográfico sigue siendo más fácil narrar desde lo masculino.
P.: Pero eso no le fue suficiente.
S.M.: Para Mateo una mujer, Clara, no sólo es lo importante de lo femenino, sino un aspecto de lo sagrado, donde el objeto es un igual diferente y aparece el real comercio amoroso. Pero Mateo tiene otros frentes, por ejemplo el que lo enfrenta a la decepción, a emigrar en el intento de lograr algo, y sentir al final las manos vacías. Mateo ve que las cosas tienden siempre el rumbo equivocado, es un pesimista.
P.: ¿Qué escritores siente que la influyeron?
Sh.M.: Rulfo y Arreola. Borges, Cortázar y Vargas Llosa. Y después Philip K. Dick, Henry Miller y Kurt Vonnegut.
Entrevista de Máximo Soto
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