24 de enero 2014 - 00:00

También en invierno París es una fiesta

También en invierno París es una fiesta
París es una fiesta... siempre. Por lo menos para quienes visitan una de las más bellas ciudades del mundo. O para quienes, capturados por su fascinación, repiten la visita. O quienes ya no pueden dejar pasar demasiado tiempo sin andar por sus calles, visitar sus museos, entrar en librerías y recorrer las Galerías Lafayette, porque además de un inmenso patrimonio cultural, París es la capital del shop- ping, con supermercados, tiendas de moda que marcan tendencia internacionalmente, marcas con productos de lujo, y una amplísimo etcétera.

Si otoño en París tiene mundialmente buena prensa y canciones que llevan a caminar entre las hojas muertas, si la primavera lleva a inevitables comentarios y el verano tiene lo suyo, entre otras cosas la posibilidad de escapar de los fríos del sur, el invierno no sólo tiene el encanto de siempre sino que suma decorados y razones sensatas hasta para el bolsillo de los viajeros.

PARA ALEGRÍA DEL BOLSILLO

Veamos los pequeños y grandes detalles. El argentino que ha escapado de sol y playas, de sierras y lagos (cada año cerca de 200.000 argentinos viajan a la ciudad donde mora la Gioconda) es posible que encuentre a París de blanco, cubierta de nieve, salida de la paleta de Claude Monet. Las riberas del Sena invitan a pasear haciendo caso omiso del frío. La nieve crea nuevos perfiles en los tejados, en las ventanas de las buhardillas donde se piensa que vivieron Picasso y Modigliani, y los parques alfombrados de blanco de las Tullerías o los jardines de Luxemburgo, y allá lejos, siempre presente, como entre brumas, estará la Torre Eiffel certificando que se está en la ciudad más romántica del planeta. Pero además, el viaje en invierno supone beneficios. Es baja temporada y es fácil conseguir alojamiento a precio rebajado. De enero a mayo, la ciudad ofrece descuentos de entre el 30 y el 40 por ciento, y los hoteles ofrecen promociones que llegan a una cuarta noche gratis.

MENOS ES MÁS

Hay menos turistas y la ciudad alcanza la esencia más alta de lo genuinamente parisino. No hay colas para subir a la Torre Eiffel, ni para entrar al Louvre, ni para recorrer el Centro Georges Pompidou, ni para pasearse por el Museo de Orsay contemplando obras de pintores impresionistas como Renoir o Monet en el marco de un edificio histórico. Se puede ir cómodamente a conocer La Villete, la Ciudad de la Ciencia y la Industria.

Invierno es un momento especial para abrigarse y andar a las anchas por el Quartier Latin. Y ya que se está cerca de la Île de la Cité, ahí está la Catedral de Notre Dame, y a unos pasos la emblemática librería Shakespeare & Co. Se puede ir a presenciar por 70 euros el concierto de Ennio Morricone, ver el tradicional cabaret del Moulin Rouge o lo nuevo del Lido, o cenar en un confortable crucero por el Sena (hacer sólo el paseo sale 10 euros; la cena sale desde 99 euros).

Existe un "Paris City Passport" que se compra a partir de 15 euros por 2, 3 o 5 días y ofrece viajes en transportes urbanos, entradas gratuitas a museos, cruceros y descuentos en las compras. Esa tarjeta impulsa a realizar otras visitas, porque en París siempre queda algo por conocer.

RECORDANDO A CORTÁZAR

Por ejemplo, se puede ir, obviamente, como hace más de un millón de personas por año, a conocer el cementerio Pére-Lachaise, donde yacen los restos de Jim Morrison, Edith Piaf, Oscar Wilde, Frederic Chopin, Yves Montand, Amadeo Modigliani, Pierre Bourdieu, entre muchos otros. Pero dado que hay cuatro cementerios en la ciudad, una gran opción, una buena alternativa, es ir al cementerio de Montparnasse, donde están las tumbas de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, de Samuel Beckett y de Eugène Ionesco, y no olvidar dejar una flor en el lugar donde reposa Julio Cortázar junto a su amada Carol Dunlop. Todo es más simple y sencillo en el invierno de la Ciudad Luz, que está (por necesidad del clima) más iluminada que nunca.

PREPARARSE PARA EL FRÍO

Los inviernos en el hemisferio boreal son cada vez más duros. Se ha visto recientemente el caso de Estados Unidos con temperaturas en ciertas zonas de 50 grados bajo cero. En Francia también ha habido intenso frío. Por lo tanto, los viajeros deben ir equipados con una buena cantidad de ropa de abrigo (tapado, bufandas, pulóveres, guantes, orejeras, etc.), o por lo menos la necesaria para hacer frente al frío en un primer momento para luego realizar compras de atuendos invernales si se lo cree conveniente. El calzado debe preferentemente servir para caminar sobre superficies heladas.

Se debe tener en cuenta para manejarse con seguridad y tiempo que cuando hay nevadas ciertos sectores de la ciudad se vuelven un caos de tránsito, así como suele ocurrir que se posterguen o se anulen momentáneamente los vuelos.

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