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Todo Iommi en una retrospectiva
No obstante sus conocimientos de todos los oficios de la escultura aprendidos junto a su padre, hacia 1942 Iommi opta por la pintura, es un autodidacta en esta disciplina que abandona en 1945 cuando realiza su primera escultura concreta «Direcciones Opuestas», construcción en alambre blanco, rojo, negro, actualmente en una importante colección particular.
Con ella sucedió lo que siempre quiso: «doblé, soldé los alambres y armé el espacio». Según Juan Melé, otro protagonista de la vanguardia, «se trataba de direcciones que recorrían el espacio».
Cuando en 1949 se disuelve la Asociación Arte- Concreto Invención, realiza obras lineales, geométricas y espiraladas. Entre 1950 y 1976, sus obras se van a caracterizar por formas concéntricas y continuas, superficies planas y plegadas en bronce, cobre y acero inoxidable, muy pulidas. Etapa riquísima en exposiciones, invitaciones, viajes, representa a la Argentina en el exterior, se convierte en un artista de gran prestigio; el crítico Aldo Pellegrini utiliza la palabra «refinamiento». Señal de alarma. Iommi no quería caer en el manierismo y abandona la búsqueda de lo bello.
Sin embargo, se suceden las exposiciones y, en 1971, después de una muestra realizada en una plaza en la que una soga la recorre y ata los árboles, junto a Líbero Badii, Horacio Coll, Alberto Heredia y Aldo Paparella presenta en la galería Carmen Waugh, un conjunto de envases de cartón de productos industriales y llenan las paredes con inscripciones ligadas al mundo del arte y del consumo.
Galería del Retiro, 1977: «Adiós a una época-1948-1977 al 2000». «Yo necesitaba no cambiar sino profundizar mi problema». Intuía una nueva cultura. Junto a 20 esculturas de aluminio, «refinadas», una obra de cartón y madera y la famosa «Un rectángulo de acrílico y basura» con el texto «Año 2000, creo que será como siempre. La fachada humana muy brillante pero por dentro seguiremos acumulando escombros».
Obra y texto fundamentales que marcan una época en la que empieza a trabajar con materiales de desecho y adoquines. Los materiales expresaban la situación social, cultural y política de la dictadura militar.
En 1986 toma la sexta línea del Padre Nuestro y realiza panes rellenos de adoquines con los que alertó acerca de las desigualdades. En 1987 presenta una baguette barnizada, cortada por el medio, rellena de adoquines, de su versión 1995, salen vidrios y clavos o muñequitas, objetos ensamblados, bajo el título «El pan de cada día más duro es».
En el recorrido por más de 60 obras están aquellas expuestas en 1997 en Ruth Benzacar, «El Espacio como Forma». Pavas, cafeteras, cacerolas, baldes de aluminio, elevadas a la categoría de esculturas como las de sus primeros períodos. Seccionadas, divididas, mostrando su interior para que el espacio funcione como forma.
Una cuarta etapa comienza en 2001, objetos ensamblados, ensartados, intervenidos con juguetes de plástico, monos de juguete, maniquíes, espejos, cajas de vidrio. «Hombrecitos pasando por la ley del embudo» remite a la ansiedad por el poder y sus consecuencias.
La muestra «El Filo del Espacio», fue curada por las historiadoras del Arte María José Herrera y Elena Oliveras.
Esta visión retrospectiva confirma su constante búsqueda de nuevas formas de expresión, su arremeter contra sus propias bellas obras, es llevar a situaciones límite su horror a la angustia, es satirizar el poder, es dignificar los materiales pobres, es un acto de fe por la libertad creadora, una manera de expresar su eterno inconformismo y su pensamiento crítico.
Cierra a fines de septiembre.
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