11 de mayo 2009 - 00:40

Un experto en déficit advierte por déficit

«La crisis argentina es totalmente autogenerada y era totalmente predecible», dice Domingo Cavallo desde su blog (www.­cavallo.com.ar). Para el ex ministro, la estanflación actual «tiene poco que ver con la crisis global» y se debe exclusivamente a errores de política económica, algo de lo que sabe por su paso en 2001 por el Ministerio de Economía. Asimismo, advierte que «el déficit fiscal adquirirá dimensiones hasta hoy impensadas y no podrá financiarse con crédito público». Esto también lo vivió (y generó) en 2201.

Domingo Cavallo
Domingo Cavallo
La economía argentina ya está sufriendo estanflación, un fenómeno que se hará aún más virulento luego de las elecciones, con absoluta independencia de cuál sea el resultado. La crisis estanflacionaria actual prácticamente no tiene agravantes financieros locales; es un fenómeno de la economía real que devendrá en crisis fiscal.

Aquí, a diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de las economías emergentes, la estanflación tiene poco que ver con la crisis global. La Argentina es uno de los países menos afectados por lo que está pasando en la economía mundial porque sus principales productos de exportación mantienen precios bastante más elevados que los que predominaron en la década anterior.

Además, la Argentina no estaba recibiendo capitales financieros del exterior y sus bancos no tuvieron una gran expansión del crédito en los últimos años. Por esa razón tampoco adquirieron grandes riesgos crediticios como los de los bancos de los países avanzados y de las economías emergentes con gran desarrollo financiero reciente.

La crisis argentina tiene su origen en: 1) las medidas impositivas, y de controles de precios y tarifas que desalentaron la inversión y la producción en los sectores más productivos de nuestra economía, particularmente el agropecuario y el energético; 2) el aumento desmesurado del gasto público improductivo, financiado con impuestos distorsivos, y 3) el encerramiento comercial y el aislamiento financiero que impidieron la recuperación del crédito público y privado, y transformaron a la Argentina en una economía que a los demás países y organismos financieros del exterior les importa poco.

El tercero de estos factores es el que me lleva a predecir que la crisis argentina se va a agravar en la segunda mitad de este año y probablemente durante 2010 y 2011, aun cuando comiencen a verse signos de recuperación en la economía global.

El déficit fiscal adquirirá dimensiones hasta hoy impensadas. La caída de la recaudación, la necesidad de asistir financieramente a las provincias y de cumplir con los compromisos de pagos de obras públicas y a proveedores determinarán un déficit fiscal significativo que no podrá financiarse con crédito público. Por lo tanto, habrá una fuerte emisión monetaria con el consiguiente drenaje de divisas.

Estoy convencido de que Néstor Kirchner tiene suficientes conocimientos de economía y sabe que ésta es la interpretación correcta de nuestra realidad. Lo que lo lleva a argumentar que la crisis argentina es fruto de la crisis mundial y que la crisis se agravará sólo si el Gobierno pierde las elecciones del 28 de junio no es su desconocimiento de cómo funciona la economía argentina, sino su falta de escrúpulos políticos.

Ya encontró al culpable de la crisis que estamos viviendo: son los EE.UU. que engendraron la crisis financiera global. Está preparando la lista de culpables del agravamiento de la crisis argentina. Como sabe que el Gobierno va a perder esas elecciones decidió identificar como culpables del agravamiento de la crisis a los ciudadanos que voten a alguna de las variantes opositoras, es decir, a la mayoría del pueblo argentino. Sólo así se explica su discurso de campaña.

Esta falta de escrúpulos políticos me preocupa no por el efecto que pueda tener sobre el resultado electoral, sino porque es un indicio de que Néstor Kirchner está planeando el alejamiento de su esposa de la presidencia, luego de las elecciones, en medio de algún episodio que pueda mostrar frente a la gente como un «golpe duhaldista». Por otro lado, hay mucha gente alrededor de Duhalde a la que no le disgustaría esa alternativa, porque piensan que un futuro Gobierno de Cobos, para completar período, necesitaría del apoyo del «piloto de tormentas» de 2002. Si Néstor Kirchner decide que no quiere pagar el precio político de hacerse cargo del agravamiento inexorable de la crisis, puede encontrar la bandeja servida para aparecer echado.

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