4 de febrero 2010 - 01:34

Una potente red clientelar aún sostiene el reinado de Chávez

• LA DEVALUACIÓN DETERIORA EL NIVEL DE VIDA, PERO ACERCA AL FISCO MÁS RECURSOS PARA DISTRIBUIR

El núcleo duro de los simpatizantes incondicionales de Hugo Chávez se ha reducido a un 30%, según las últimas encuestas. Pero la oposición, aún fragmentada, no logra sacar ventaja de una situación social que presenta dificultades inéditas.
El núcleo duro de los simpatizantes incondicionales de Hugo Chávez se ha reducido a un 30%, según las últimas encuestas. Pero la oposición, aún fragmentada, no logra sacar ventaja de una situación social que presenta dificultades inéditas.
Puerto Ordaz - Crisis energética, devaluación y escasez alimentaria, inseguridad, protestas estudiantiles y malhumor social: con esta temperatura en aumento, ¿puede haber un estallido en Venezuela, otro Caracazo, tal como auguran los detractores más duros de Hugo Chávez? «No, por ahora» es la respuesta que encontró Ámbito Financiero entre políticos, economistas, periodistas y gremialistas.

El «por ahora» tiene copyright chavista. Fue la frase que el comandante Chávez registró hace hoy exactamente 18 años, el 4 de febrero de 1992, al admitir públicamente el fracaso de su asonada militar contra el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez. La repitió en la madrugada del 3 de diciembre de 2007, cuando reconoció que Venezuela le había dicho «no» en el plebiscito para reformar la Constitución. «No pudimos, por ahora», dijo en aquella oportunidad. Si se tiene en cuenta que Chávez ya lleva once años en el poder y que por vía parlamentaria igualmente «bolivarianizó» la Constitución, está demostrado que el «por ahora» no es, justamente, taxativo en Venezuela.

No es la primera vez, tampoco, que el Gobierno de Chávez enfrenta una crisis. Tuvo la primera a fines de 2002 y principios de 2003 con la huelga petrolera que paralizó al país y sorteó la segunda en 2007, el año en que sacó del aire a RCTV, cuando recrudecieron las protestas estudiantiles y fue derrotado en la reforma constitucional. La actual, sin embargo, es la más endógena de todas al propio régimen, en la que queda al desnudo el fracaso del «petroestado», el déficit fiscal y, sobre todo, la ineptitud para administrar el país.

Frente a esto, el Gobierno reaccionó con la devaluación del 8 de enero. En las arcas, un 50% más de bolívares y la promesa de incrementar un 25% el salario mínimo (de u$s 245 a u$s 300). En los hechos, un poco de ayuda para que Chávez siga surfeando en la rompiente.

«Por ahora tiene ese equilibrio», dice Froilán Barrios, profesor universitario, ex militante del trotskista MIR y actual secretario ejecutivo de la Confederación de Trabajadores de Venezuela. «Un millón de millones (NDR: unos u$s 250.000 millones al cambio actual) totaliza el ingreso petrolero de los once años de Chávez, con los que bien pudo encarnarse, darle un nombre, a la distribución de la riqueza», agrega. «Pero hasta hoy sólo alcanzó a darle una mano de pintura a la cuestión social, que reciben subsidios de u$s 75 mensuales en promedio», explica.

De acuerdo con Luis Pedro España en su estudio «Detrás de la pobreza, diez años después», el 17,5% del ingreso familiar de los más pobres proviene de «otras fuentes», en las que se incluyen las transferencias provenientes tanto del sector público como del privado (en 1997, estaban en 12,9%). «Eso es lo que garantiza Chávez: por eso no quieren que se vaya», remata este dirigente sindical.

«Éste va a ser un año económicamente complicado, con alta inflación, deterioro en los servicios públicos y protestas», apunta desde Caracas Maritza Izaguirre, decana del Departamento de Economía de la Universidad Católica de Venezuela y ministra de Hacienda de Chávez en 1999. «Con la devaluación, Chávez podrá manejar durante 2010 no sólo el contrato colectivo recién firmado sino la deuda interna», dice Izaguirre, quien, además fue directiva en la última etapa privada de Sidor. «Podrá disimular, en parte, el deterioro de la calidad de vida asociado al servicio de energía», completa.

«Vamos sin rumbo, por eso la gente protesta y cada vez se ven más carteles que identifican a cada sector en las marchas, algo que muestra que se va perdiendo el miedo», dijo a esta enviada Alfredo Rivas Laire, presidente de Sidor al momento de ser privatizada (1997) y vicerrector de la Universidad Andrés Bello en el estado Bolívar. Rivas conoce bien la situación de ese estado, donde se asientan las industrias básicas (aluminio, acero, hierro) y desde donde se genera el 70% de la energía eléctrica que consumen los venezolanos, aunque el parque energético está hoy al 23% de su capacidad.

«No creo en el estallido social, por lo menos aquí, en esta zona», dice.

Fue Bolívar, o la región guayanesa, «El Dorado» venezolano, la meca para los buscadores de oro y otras riquezas minerales. Hoy es una de las regiones en las que, junto con los estados petroleros de Maracaibo y Zulia, vive la mayoría de la clase media venezolana. Con una masa de 120.000 empleados en Puerto Ordaz (20.000 en la nómina de las industrias básicas, 40.000 contratistas y 60.000 en las empresas que dependen de ellas), ese polo industrial, del que vive la mitad de la población del estado, hoy parece una ciudad fantasma. Consecuencias del racionamiento energético y, por sobre todo, de la ineficiencia gerencial del chavismo en administrar esas industrias estatizadas, que hoy producen al 30% de su capacidad.

Dependencia

Pero los empleados en la nómina del Estado y buena parte de los contratistas siguen cobrando a fin de mes. «¿Estallido social? No. Por más caliente que esté el ambiente, aquí dependen del Estado y tienen miedo», dice Alicia Estaba, periodista en uno de los programas radiales de más éxito en Puerto Ordaz.

«No veo que haya una explosión, aunque sí un incremento en la conflictividad social», dice Damián Prat, columnista del diario Tal Cual. «El tema es hasta cuándo podrá el Gobierno seguir subsidiando ineficiencia y errores con dinero del petróleo y devaluaciones», termina.

* Enviada Especial a Venezuela

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