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Y un día el mercado vio que Brasil está en crisis: golpe a acciones y real
• EL DÓLAR CERRÓ EN SU MAYOR NIVEL DESDE DICIEMBRE DE 2016
Por primera vez en dos años, los operadores advirtieron que el mantenimiento de las reformas fiscal y laboral no está asegurado y que el resultado de las elecciones de octubre es un albur peligroso.
El problema es que el mercado apostó a que las reformas salieran de la mano de un presidente de popularidad imperceptible, sin legitimidad de origen ni de ejercicio, y del Congreso más desprestigiado de la historia, con decenas de sus miembros manchados por el barro de la corrupción. La pregunta que se caía de madura pero nadie hacía es qué candidato podría ser capaz de vencer en octubre sin plantear alguna forma de revisión de esas decisiones.
Bastaba con ver a Lula marchar a prisión para que cundiera el alivio por el alejamiento de su promesa de plebiscitarlas, mientras se extendía el lamento por el hecho de que ni esa coyuntura precaria, la de un poder político fatalmente divorciado de la legitimidad democrática, permitiera avanzar con la madre de todas las reformas por su impacto en el futuro fiscal del país: la previsional.
Lula ya está virtualmente fuera de carrera y lo que queda es un angustiante vacío, en el que casi cualquier desenlace es posible.
Sin el expresidente en la disputa, queda al frente de las encuestas el ultraderechista Jair Bolsonaro, un exmilitar que espanta por el daño que le puede hacer a la convivencia social, por su falta de definiciones económicas y por el corazón nacionalista que se le sigue atribuyendo al hablar, por caso, de privatizaciones.
Puede que su rol histórico termine por sorprender en un Brasil en el que las convicciones democráticas no están de moda y en el que el desencanto es una mancha ácida que se extiende sobre las instituciones. O, tal vez, que no sea otro que el que probaron repetidamente Jean-Marie y Marine Le Pen, es decir el mostrar la cara para que cualquier rival lo derrote al capturar el voto republicano, transversal a izquierdas y derechas. Ni lo primero ni lo segundo tranquiliza a los agentes económicos.
Si Bolsonaro apenas ronda el 20% de intención de voto y lo sigue una gran cantidad de postulantes que no llegan a los dos dígitos la incertidumbre se hace total.
Mientras, los postulantes preferidos por el mercado (el propio Temer y los que renunciaron, para poder competir, al Ministerio de Hacienda y la Gobernación y la Alcaldía de San Pablo, Henrique Meirelles, Geraldo Alckmin y João Doria, respectivamente) son por ahora los que menos despegan.
Una opción, la ecologista Marina Silva, no enamora en los parqués y nadie puede asegurar que en un escenario de alta fragmentación, como fue el de la Argentina de 2003, el influjo de Lula y la unidad por el espanto de la izquierda no le permitan a este sector colocar en un segundo turno al candidato de la República. ¿El exalcalde de San Pablo Fernando Haddad, acaso?
Definitivamente, las reformas tan celebradas no están por el momento a salvo.
El economista jefe de Lopes & Filho Consultoria, Julio Hegedus Netto, le dijo al sitio de internet de O Globo que desde ayer se observa que "hay una indefinición muy grande en el escenario político y eso estresa al mercado".
Jefferson Rigik, director de Correparti, le dijo a Estadão que "con la posible salida de Lula del cuadro electoral, el mercado mira quién podría ir al segundo turno de las elecciones y ve a Jair Bolsonaro y a Marina Silva, y ninguno de los dos son sus preferidos".
Ya se complica tapar el sol con un dedo. Mientras ayer a la tarde todos los portales hablaban del impacto de la coyuntura política en la marcha de los negocios financieros, el de O Globo la atribuía, en su título principal de portada, al "escenario externo". Más tarde, corrigió. Wall Street, Europa y Asia habían cerrado en verde.
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