16 de septiembre 2021 - 00:00

Antiguas sexopatías que escandalizaron en los años 70

Imperio. La pareja de desquiciados que intercambian sus frenesíes.

Imperio. La pareja de desquiciados que intercambian sus frenesíes.

Alto, altivo y antipático –así al menos estuvo durante todo el Festival de Cinema de Río de Janeiro, 1986, que es lo más cerca que llegó de la Argentina-, Nagisa Oshima debe su fama en Occidente a la película que ahora vemos con una demora de 45 años. Mejor dicho, la vimos en 1985 en Cine Club Núcleo, como no consiguió sala comercial se dio entonces en unas pocas salas condicionadas, se relanzó en 2003 sin mayor ruido, y se presenta ahora en copia nueva 4K y apropiada difusión, con aire de demorado estreno oficial pero ya sin el de escándalo que hizo su fama en los 70. Oshima venía haciendo, desde 1959, piezas experimentales y provocativas sobre jóvenes irritados, mujeres sexópatas, cretinos violadores y funcionarios atentamente dedicados a sus tareas represivas, en títulos como “Cruel historia de juventud”, “Placeres de la carne”, “Violencia a medianoche”, “Canta una canción obscena” y “Muerte por ahorcamiento”. Hasta que se encontró con el productor francés Anatole Dauman, un exquisito, y según algunos un pornógrafo exquisito, y formó equipo con el director de pornosofts Koji Wakamatsu. Así surgieron “El imperio de los sentidos”, sobre una pareja de desquiciados que llegan hasta extremar la hipoxia erótica en busca del éxtasis definitivo, y la casi romántica “El imperio de las pasiones”, historia de un amor adúltero perseguido por el fantasma del marido y castigado por la sociedad. Dramáticas, tortuosas, de intérpretes jugados, arte visual irreprochable y morbo inquietante, se trata de dos películas notables, fuera de lo común en su época y acaso también ahora.

Después vendrían “Furyo” con sus guerreros homosexuales, luego una estupidez bochornosa con un orangután y Charlotte Rampling (“Max, mon amour”), una historia del cine japonés donde las películas del propio Oshima ocupan más espacio y elogios que las de Kurosawa y Ozu juntos, y otra también de guerreros homosexuales. Para entonces, 1999, el público ya no se escandalizaba, y sus “imperios” estaban en el Olimpo (pero no en la Argentina).

“El imperio de los sentidos” (Ai no korida/ L’empire des sens, Japón-Francia, 1976). Dir.: N. Oshima. Int.: T. Fuji, E. Matsuda, A. Nakajima.

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