Sobresaliente figura invitada en el reciente FILBA, Festival Internacional de Literatura 2024, el novelista y poeta neoyorkino Jesse Ball aprovechó su breve estada para presentar sus nuevos libros en castellano “Autorretrato” y “El sueño, hermano de la muerte” (Sigilo). Dialogamos con él.
Jesse Ball: "no tiene sentido escribir pensando en Hollywood"
El destacado y joven narrador neoyorquino estuvo en el FILBA para presentar sus dos nuevos libros traducidos al español. Outsider en la literatura de su país, su obra tiene a pesar de ello innumerables fans.
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Periodista: ¿Se considera un outsider en la actual literatura estadounidense?
Jesse Ball: Me siento un poco afuera, pero también dentro, formando parte de la literatura de mí país, porque he tenido la suerte de encontrar personas a las que le interesan mis obras, las apoyaron y decidieron editarlo. Llevo editadas veinte obras y hay unas cuantas que se publicarán próximamente. También tengo lectores a los que les gustan mis libros. Por lo general aprecian la tradición de la literatura y cuentan con interés personal por la filosofía, tienen más que ver con Europa y Sudamérica que con los Estados Unidos. Son lectores que hacen populares textos que hablan de la identidad, la existencia, el pensamiento y el lenguaje. A ellos busco decepcionarlos. No siempre lo logro. Cuando encuentran un libro mío que les gusta, quiero que cuando encuentren el siguiente les sea totalmente diferente, en forma, estilo, lenguaje y la historia.
P.: ¿Es una provocación?
J.B.: Es que no tiene sentido, desde la literatura, escribir un libro pensando que pueda ser usado en series de televisión o en películas de Hollywood. Para descubrir las claves del éxito de ciertas novelas basta realizar pequeños cambios y se desmorona todo, se vuelve nada. Muchas de las novelas que se publican en Estados Unidos son escritos sin valor, versiones escritas de historias hollywoodenses. Suelen ser exitosas, se traducen a distintos idiomas, pero no hay en ellas ningún avance ni literario ni filosófico. No tienen situaciones ni personajes que no se hayan visto antes.
P.: ¿Qué cree que provoca interés en una novela?
J.B.: Lo atractivo es cuando alguien comienza a hablar y se vuelve el narrador y permite viajar a distintos universos. Eso permite capturar una experiencia y una existencia. También eso se puede lograr maravillosamente en películas y en televisión, pero de otra manera; no de la manera que se lo logra en la novela, donde viajamos a través de un anfitrión que nos lleva por distintas voces, singulares, enfrentadas o corales y eso no se puede hacer de otro modo que en la novela.
P.: Varias de sus novelas cuentan distopías, ¿las basa en hechos del pasado o de un potencial futuro?
J.B.: Es difícil hablar del pasado, hablar con certeza de lo que sucedió, y mucho más sobre el futuro, y el presente no tiene un vocabulario para describirse a sí mismo, eso lleva desarrollar un nuevo vocabulario, a fabular distopías. Es un peligro pensar que enfrentamos problemas nuevos. En el momento actual mi temor es que la devaluación del lenguaje haya hecho perder ese poder evocador de la imaginación que hace posible atrapar distintos estados de la existencia. La televisión, los medios, las redes sociales, el materialismo, han debilitado el poder de la imaginación mutando nuestra cultura.
P.: ¿Por qué un tema en sus novelas distópicas es un creciente totalitarismo que impone silencio obligatorio?
J.B.: El silencio político del presente y del futuro no tiene que ver tanto con la represión activa de las cosas útiles o sediciosas que podríamos decirnos para organizarnos de un modo diferente. Tiene que ver con la disminución del apetito de la gente por crear de manera fructífera una comunidad que pueda existir como tal. Lo que tenemos ahora es una comunidad zombi en la que no existe ninguna conexión real entre la gente.
P.: ¿En qué medida puede incidir en la literatura la Inteligencia Artificial?
J.B.: La amenaza de la Inteligencia Artificial con respecto a la escritura, o a los escritores, es una cuestión bastante cómica porque en este momento estamos en este lugar charlando, como ocurre en tantos otros lados y resulta fácil pensar con acierto que hay por todos lados bibliotecas y librerías repletas de obras magníficas, textos poderosos que han escrito personas que han llevado su mente al límite, que la gente no lee. Esto me lleva a pensar que, si la Inteligencia Artificial pudiera llegar a producir, digamos, unos dos o tres libros dentro de ese magnífico estilo humano de las grandes obras, creo que me gustaría mucho leerlos y ver cuál es su alcance, su suma y su copia. En realidad, lo que puede ofrecer la Inteligencia Artificial no me preocupa. Si la gente no se interesa por las grandes obras que han surgido de la humanidad, creo que mucho menos se pondría a leer lo producido por la Inteligencia Artificial.
P.: ¿Qué hizo que su libro ”Autorretrato” estuviera inspirado en “Autoportrait”, la biografía aforística del escritor y artista francés Édouard Levé?
J.B.: Al leerlo admiré el modo que instrumentó para abordar su vida, dejando que los hechos más variados coexistan en una masa inútil, sin que ninguno se eleve por encima del otro, así como ocurren en una vida. Levé escribió ese texto a los 39 años, yo hice los mismo a la misma edad con el mío. Creo que la atracción que provoca el libro de Levé tiene que ver con que se va desplegando en una especie de ensueño Es como contemplar a partir lo que queda al sacar la columna vertebral de un cuerpo, y recordar lo que alguna vez fue. Mi texto, en tanto, está lleno de goce, del disfrute por lo que todavía siento, y pienso seguir sintiendo. Creo que también tiene algo que ver con el libro de Georges Perec “Je me souviens” (“Me acuerdo”), y con esa energía incansable de Jack Kerouac instaló en su novela “On the road” (“En el camino”), obra fundamentalmente positiva en la literatura estadounidense, porque se realiza oponiéndose a la realidad tan artificial de su cultura. Me gusta participar de esa revuelta.
P.: ¿En que está trabajando ahora?
J.B.: En un texto que probablemente le gustaría mucho a Borges porque está moldeado en base a una saga islandesa.
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