22 de marzo 2001 - 00:00
Pasiones voraces en un film de calidad
-
La serie de Netflix +18 que es furor: una producción española que combina deporte, secretos y pasión
-
Con Belinda como protagonista: la nueva serie de Prime Video perfecta para los amantes de la comedia musical

El vampiro y la heroína.
«La sombra del vampiro» le escapa a cualquier tentación «simbólica», en especial a la más reiterada cada vez que alguna obra vuelve sobre este período histórico: la de representar en la figura del mal el futuro advenimiento del Tercer Reich. Por el contrario, el guión no abandona su clima de tensión dramática propia, que tiene como única meta el relato de esta pasión in crescendo, sublimada, en Murnau, en la obtención de la obra de arte perfecta, y limitada en el vampiro al puro deseo primario, imposible de colmar, y que no puede terminar si no con la muerte.
La película revela una muy afinada investigación histórica, no sólo en ambiente, vestuario y actuaciones, sino también en nimiedades que fueron aprovechadas argumentalmente: por ejemplo, el primer director de fotografía de «Nosferatu» se convierte, después de unas pocas jornadas de trabajo, en la primera víctima del vampiro, y Murnau debe abandonar el set para ir a convocar de urgencia en Berlín a un reemplazante, el famoso Fritz Arno Wagner, el único que recuerdan los libros de historia del cine. Pero esto, que parece un mero recurso argumental, tiene su apoyo en la realidad: «Nosferatu», antes de que Wagner se hiciera cargo de la fotografía, tuvo un antecesor que duró sólo unos días antes de desertar sin dar explicaciones, dato que sólo figura al pie de página de la biografía de Murnau de la citada Eisner.
Dafoe compone un vampiro impecable, siniestro y voraz, carente de la habitual melancolía que suele impregnar a los chupasangres más venerables. Malkovich, un Murnau frenético (con las antiparras que solía usar en rodaje) está a veces cerca de la sobreactuación, pero siempre es eficaz y convincente. Udo Kier (el actor fetiche del cine de terror barato de Andy Warhol) es el atribulado productor Albin Grau, y Catherine McCormack divierte con su doble faceta de neurótica actriz «a la mode» y heroína romántica.
Dejá tu comentario