Se habla mucho del ahorro como meta a alcanzar pero poco se cuenta de los beneficios psicológicos que trae. Alguna vez reflexionaron acerca de cuántas veces en el día piensan en dinero. Más que en dinero, cuántas veces en el día piensan en problemas relacionados al dinero. Preguntas como, ¿me alcanzará para pagar el seguro del auto? ¿vendrá la tarjeta de crédito muy explotada? ¿podré darme ese gustito?
Ahorro: la clave para el bienestar financiero y mental
Una pequeña columna que reflexiona acerca de la importancia de tener el control de nuestras finanzas personales y los beneficios psicológicos que trae.
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Y ya sé lo que me puedan contestar, que les estoy hablando a personas privilegiadas que pueden ahorrar parte de su sueldo. Y sí, tienen razón. Hay algunos que solo pueden vivir el día a día, y únicamente pueden pensar en cómo lograr alimentar a su familia. Ya lo dijo Maslow en su pirámide de necesidades humanas: en la base se sitúa la supervivencia física y solo después de satisfacer este nivel podemos pensar en acceder a los otros escalones.
Pero volvamos a nuestro objetivo de esta pequeña reflexión. ¿Es un objetivo cumplible ahorrar? Si lo es, pero nuevamente me dirán "vivimos en Argentina, es imposible con un sueldo depreciándose todo el tiempo", y también tienen razón. Eso no quita que aún en un complejo escenario inflacionario como el que tenemos actualmente no se pueda, igualmente, armar un presupuesto mensual y programar objetivos.
En esta sociedad nos enseñaron que es mejor endeudarse que ahorrar, y salvo que se sea un experto en la materia, es preferible no contraer deudas futuras si no sabemos si las podremos afrontar. ¿Está bien endeudarse en algunos casos? Si claro, por ejemplo, en un contexto de inflación cuando la tasa de interés está por debajo, pero no será el objetivo de esta columna. A mayor conocimiento en la materia más fácil será evaluar los riesgos, pero aquí empezaremos con los más principiantes de todos.
Ahorrar es un punto básico de las cosas que se deben lograr para la tan ansiada salud mental. Una vida ordenada, en todos los aspectos, colaborará con esta sensación de bienestar. Cuidar el cuerpo, cuidar las relaciones sociales, serán algunos de los puntos necesarios para tener un equilibrio mental y aquí será muy importante también incluir la pata financiera: moderar los consumos, organizar los gastos, plantearnos objetivos de ahorro, y si se logra, intentar invertir.
La estabilidad económica produce una sensación de seguridad. Al saber que hay un respaldo financiero, se reduce considerablemente el estrés y la ansiedad asociados con situaciones imprevistas, lo que permite a las personas mantener un estado de calma y control en sus vidas. Además se genera una sensación de logro que influye directamente en la autoestima y confianza. La capacidad de tener un control sobre las finanzas personales refuerza la sensación de empoderamiento y reduce la vulnerabilidad ante posibles crisis.
El ahorro ayuda a mantener hábitos saludables. Es traer a la conciencia cuánto gano, cuánto gasto, y cuánto podré destinar al ahorro. Ayuda a prestar atención, a poner el foco ahí. Mucho más importante aún si no cobro de un solo sueldo, o una vez por mes. Voy a estar mucho más atento a cuando hago pequeños gastos, los llamados "gastos hormiga", para poder decir que si, o que no, sin culpa y afrontando enteramente las consecuencias.
Primer paso, orden; segundo paso, objetivos
Y aquí me quiero detener. ¿Por qué ahorramos? o mejor dicho, ¿para qué ahorramos? Y si yo reflexiono unos minutos me respondo: para alcanzar objetivos. Ahorro para viajar, para pagar deudas, para comprarme un objeto que necesito. Ponerse objetivos ayuda a cumplir la meta y le da sentido al ahorro. Porque ahorrar porque si, sin una necesidad de base, será aún mucho más difícil de lograr. A esto le llamaremos: metas de ahorro y de aquí podremos pensar en el corto, mediano o largo plazo.
También puedo ahorrar para sentirme más tranquilo. Tener un dinero disponible que solo será gastado si tengo un inconveniente produce alivio mental, despeja la mente de pensamientos intrusivos, y ayuda a mantener el foco en otros objetivos. Tener un fondo de emergencia puede ser un gran alivio: se trata de juntar una cantidad de dinero que tendremos disponible para utilizar en una eventualidad, se recomienda que al menos pueda cubrir tres meses de gastos, aunque lo ideal es seis.
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