15 de marzo 2019 - 00:01

La CGT en su laberinto: duda y deserciones para la marcha unificada con Moyano el 4-A

La marcha contra el Gobierno prevista para el 4 de abril sumergió a la CGT en un mar de incógnitas e intrigas. La falta de certeza sobre un consenso interno para estructurar una medida de fuerza con la oposición sindical encarnada por Hugo Moyano y, sobre todo, la eventual identificación con el kirchnerismo que también promueve esa manifestación, mantiene el suspenso respecto de la adhesión de varios dirigentes y, más aún, de la continuidad de un plan de lucha con los mismos actores.

La incertidumbre está centrada en la “mesa chica” de la CGT. Como adelantó este diario, sus protagonistas mantuvieron la semana pasada una reunión en el gremio de estatales UPCN en la que Héctor Daer, cosecretario general de la organización, fue avalado para negociar una protesta conjunta con Moyano y sus aliados. Por lo bajo, sin embargo, algunos de ellos reconocieron que no esperaban del referente de los “gordos”de los grandes gremios de servicios un avance tal con Pablo Moyano, el hijo mayor de Hugo, que resultara en la definición de una marcha para tres semanas después.

Otro factor que agregó incertidumbre fue el almuerzo que este martes mantuvieron varios de los miembros de la misma “mesa chica” con el economista Roberto Lavagna en el sindicato de Gastronómicos, de Luis Barrionuevo. Allí acudieron, además del anfitrión, Armando Cavalieri (Comercio y compinche de Carlos West Ocampo en el grupo de los “gordos”), Carlos Acuña (estacioneros, cosecretario junto a Daer de la CGT), Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias, ambos del grupo de los “independientes” de diálogo frecuente con el Ejecutivo), Amadeo Genta (municipales porteños), Roberto Fernández (colectiveros, UTA), Omar Maturano (maquinistas de trenes, La Fraternidad) y Hugo Benítez (textiles), entre otros.

De ese segmento se prevén algunas deserciones para la marcha del 4 de abril, así como las mayores resistencias a un acuerdo de mayor alcance con Moyano. Los separa del camionero, promotor de Cristina de Kirchner, no sólo la opción electoral sino, sobre todo, la estrategia de fondo para el relacionamiento con todos los gobiernos. Consecuencia de un escenario inestable, la CGT hasta ayer no había convocado en lo que va del año a su Consejo Directivo y no tenía resuelta una fecha para hacerlo.

Por lo pronto, Benítez (AOT) le había adelantado a este diario que sólo acudiría a la marcha programada si tenía como protagonistas a los sindicatos industriales –era el objetivo inicial cuando todavía no se habían fusionado las protestas de la CGT con la del grupo afín a Moyano. Ayer mismo, el secretario de Política Educativa de la central, Sergio Romero (Unión de Docentes Argentinos) le dijo a este diario que ya tenía resuelto no acudir a la protesta por tener la certeza de que “va a estar contaminada por la política”. Barrionuevo hasta ayer estaba confirmado pero el dirigente se caracteriza por dar sorpresas a último momento.

Tampoco es clara la postura de los sindicatos del transporte. Hasta ayer, en ese espacio que tiene como referentes a Fernández y Maturano la respuesta era que todavía restan muchos días para el 4 de abril, una fórmula habitual en el sindicalismo tradicional para esquivar definiciones y anticipar una deserción. Ese sector, además, estaba pendiente de la reacción del Gobierno frente a la protesta por su interés prioritario que pasa por dos ejes: el sostén de los regímenes previsionales especiales, que en el transporte se traducen en jubilaciones anticipadas, y de los subsidios a la actividad, vitales para el pago de salarios y aumentos. Agrupados en la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT) la dirigencia del rubro esperaba reunirse ayer con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, pero la difusión de ese encuentro en una nota de este diario la disuadió y la llevó a reprogramarlo, en pricipio, para el 28 de marzo, dijeron los sindicalistas.

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