Jubilación: aportar a sistema de reparto es pésimo negocio
No es lo mismo esperar (ahorrar) para un pobre que para un rico: el tiempo es más caro en el primer caso. Cabe esperar entonces que los más pobres privilegien la capitalización sobre el reparto, ya que aportan menos en la primera (7% frente a 11%). El esfuerzo de ahorrar todos los meses 57% más vale mucho menos (en términos de valor presente neto) para el pobre. Extremando el argumento, la estrategia óptima no es ya la de optar por uno u otro sistema, sino la de estar fuera del sistema (en la economía negra). El incentivo a la informalidad aumentó con la reciente normativa que permite obtener ingresos de jubilación aun si no se realizaron aportes. El valor presente neto de esta opción es infinito, pues basta con realizar un pago para obtener a partir del mes siguiente una corriente positiva de ingresos del sistema de pensiones (el cociente entre el monto pagado de aportes y la suma de los ingresos netos de pensión descontados más los ingresos ahorrados, tiende a cero).
Aun cuando los haberes iniciales fueran iguales, la tasa a la que se ajustan difiere en ambos sistemas. Si las pensionesen reparto se ajustan discrecionalmente -tal como en el pasado-, todo aporte por arriba del mínimo se torna superfluo. En efecto, a modo de ejemplo, quien se jubiló en reparto con un haber superior a $ 630 en el año 2000, no tuvo ajuste alguno hasta el mes pasado (11%). En capitalización, el modo de ajuste de los haberes depende de la elección hecha al retiro: para quienes permanecen en la AFJP los haberes se mueven con la rentabilidad del fondo (que creció 145% desde 2001), mientras para quienes eligen una renta vitalicia en una compañía de seguros de vida el ajuste depende de la rentabilidad del fondo que esa compañía mantenga, con un mínimo garantizado de ajuste -en este último caso- de 4% anual.
Finalmente, la existencia de inflación empeora otra vez la elección del reparto (el cálculo del haber al cese en reparto se hace sobre salarios que no se ajustan mensualmente con la inflación). Para una inflación de 12% anual, por ejemplo, aun aportando 7% basta con que la rentabilidad real supere 6% anual para que el reparto se quede nuevamente atrás (aun con salarios reales subiendo a 2% anual). Si bien algún sector aislado de la economía puede aspirar a que sus salarios reales crezcan fuertemente, el promedio siempre es más bajo. El sistema de capitalización ofrece un pool de riesgo para aportantes de diferentes sectores, sea que sus salarios crezcan mucho o poco, ya que -dado el aporte- el rendimiento de la cartera no depende de la evolución de un sector u otro, sino de la rentabilidad del fondo.
En suma, el reparto es un pésimo negocio para todo aquel que aporte más del mínimo y no pueda eludir los pagos (vía informalidad). La continua postergación del aumento de la cuota de capitalización ensucia la comparación entre sistemas. Con ello no sólo se buscan objetivos de corto plazo (evitar reducir salarios netos), sino que se hace menos visible la diferencia entre lo que se capitaliza y lo que se recibe en reparto. La transparencia no parece ser una virtud de nuestro sistema de pensiones.
Dejá tu comentario