El silbato inicial ya sonó y el “Messi de las Finanzas” está en la cancha. Luis Caputo encara un partido que no se juega en un estadio, sino en la city porteña, y que no dura 90 minutos… sino 90 días. El rival es un combinado feroz: déficit fiscal creciente, balanza comercial en retroceso, deuda que se acumula como bola de nieve y reservas internacionales que no alcanzan para cubrir todos los ataques.
Tiempo reglamentario: 90 días para que "el Messi de las finanzas" evite la goleada
Ajuste fiscal, deuda creciente, dólar en alza y tensión social: el Gobierno enfrenta su momento más crítico con una economía que pide el cambio.
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El ministro de Economía, Luis Caputo, a quien en el pasado Mauricio Macri bautizó como "el Messi de las finanzas".
En los primeros minutos, el equipo económico parecía bien parado; un ajuste del gasto equivalente a 5 puntos del PBI y un superávit primario del 1,5% en junio mostraban orden defensivo. Desde el banco, el FMI aplaudía. Pero la posesión no siempre gana partidos. La deuda, sumando intereses capitalizados, ya mostraba un déficit financiero entre 2,1% y 4,6% del PBI, y la presión de los vencimientos se colaba como un delantero rápido por el carril central.
El gol en contra de las LEFI
El plan táctico estaba diseñado: anclar la política monetaria en el M2 privado transaccional, dejando atrás la arbitrariedad de la base monetaria y la “emisión cero”. Pero a veces, hasta el mejor jugador se resbala. El 10 de julio, el desarme de las LEFI se convirtió en un error no forzado; exceso de liquidez por $9,9 billones, tasas que se desplomaron al 10% y un dólar que empezó a pisar el área rival, subiendo casi un 10% en pocos días.
Para frenar la embestida, el BCRA y el Tesoro improvisaron: ventas de LECAPS, reapertura de pases pasivos al 40% y una licitación extraordinaria que captó $4,7 billones. El problema fue que el juego se endureció: caución al 102%, adelantos al 86% y un crédito cada vez más caro, dejando a la economía real pidiendo el cambio.
El rival se agranda: déficits gemelos y financiamiento escaso
En el tablero, el marcador fiscal mostraba un superávit primario, pero el rival -la combinación de déficit fiscal y externo acechaba. El déficit de cuenta corriente se encaminaba al 2% del PBI y el financiamiento genuino era tan escaso como entradas para una final. El blanqueo inicial había aportado USD 20.000 millones, el FMI sumó otros USD 12.000 millones, pero el oxígeno duraba menos que un contraataque. La curva de vencimientos, a plazos cada vez más cortos, proyectaba un salto de $40 a $60 billones mensuales hasta fin de año, equivalentes a más de USD 204.000 millones al tipo de cambio de $1.300.
La tribuna se divide: consumo polarizado y tensión social
Mientras en el campo de juego la pelota va y viene, en la tribuna la hinchada está dividida. Los sectores de altos ingresos siguen comprando bienes dolarizados; el resto ajusta el gasto básico. El desempleo crece y empresas como Carrefour quieren irse del país. En las calles, las protestas de jubilados y personas con discapacidad reciben represión en lugar de diálogo. El clima social se tensa, y la energía que antes alentaba al equipo empieza a transformarse en silbidos.
Estrategia de último minuto
En menos de un mes, el plan original de control monetario se convirtió en un esquema de control cambiario, donde la prioridad pasó a ser evitar que el dólar cruce líneas peligrosas. El problema es que, como en todo partido que se juega a la defensiva, cada despeje es temporal y el rival siempre vuelve a atacar.
El crédito caro enfría la economía, la falta de reservas reduce la capacidad de reacción y el mercado, impaciente, mira el cronómetro. No hay espacio para errores, cualquier mala decisión puede convertirse en un gol en contra en tiempo adicional.
Comentario final del relator
El partido entra en su tramo decisivo. Faltan 90 días de juego real y lo que está en disputa no es solo un marcador económico; es la confianza del mercado, la estabilidad cambiaria y la paz social. El “Messi de las Finanzas” tendrá que gambetear tasas altísimas, déficits gemelos y vencimientos apremiantes sin perder reservas y evitando que el dólar rompa la línea de gol.
En este partido no hay penales ni tiempo extra; si no se corrige el rumbo, el pitazo final podría llegar con una goleada financiera y política.
Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros
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