Kirchner giró contra los piqueteros más duros
Néstor Kirchner aprovechó un reportaje anoche por los 20 años de democracia para expresarse sobre el principal problema político que tiene y en el cual peor le va en la opinión pública: el piqueterismo que interrumpe la vida normal en las ciudades y con cortes de calles. Acusó a los sectores más duros de buscar enfrentamientos y sangre movidos por sectores de izquierda que manipulan la protesta en su favor. Dijo que los piqueteros terminarán como las asambleas barriales, licuadas por quienes quieren sacar rédito de una protesta.
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«Cuando los dirigentes de estos sectores van a elecciones sacan 2 por ciento, 1 por ciento de los votos, con suerte, en todo el país», advirtió, y los diferenció de los «sectores que están entendiendo, poniendo voluntad, sin declinar ninguna bandera, y están trabajando en cooperativas, integrando la gente al trabajo».
«Vienen de los partidos de izquierda tradicional, el Partido Obrero, Izquierda Unida y demás, y los usan como base de sustentación de sus políticas», aseveró el jefe de Estado, quien precisó que estos sectores «canalizan ciertas movilizaciones de la gente a través de los planes y entran en una actitud absolutamente intransigente».
El Presidente reiteró que estos grupos «equivocan el camino»; abogó por «el diálogo y el consenso permanente» y añadió que frente a esta actitud «están las puertas totalmente abiertas».
En otro tramo de la entrevista, Kirchner respondió a sectores empresarios que le pidieron «mano dura» contra los piqueteros que cortan calles y rutas. «La autoridad no es pegar palos indiscriminadamente. En la Argentina cada vez que se pegaron palos, después lloraron mucho los argentinos», afirmó, y reiteró que «el camino es el diálogo, las puertas abiertas, pero no es ni el capricho, ni la presión, ni la extorsión».
«Que entiendan, que se hagan autocrítica, que comprendan desde la visión ideológica que tengan que el mecanismo no es el de tratar de extorsionar o realmente perjudicar con su acción a otros argentinos, sino entre todos recuperar la sociedad, con diálogo y con trabajo», añadió.
Según recordó el mandatario, «en la Argentina muchas veces se pegaron palos, muchas veces se reprimió y los resultados fueron dolorosos para todos los argentinos», y ratificó: «Yo, honestamente, no creo en ese camino».
El gobierno, con apoyo de piqueteros propios, apuntó y disparó sobre la Policía Bonaerense, acusándola de instigar los reiterados cortes de rutas, avenidas y puentes por parte de grupos organizados, algunos de los cuales volvieron ayer a cortar el Puente Pueyrredón, alrededor del Congreso e incluso ocupando un predio vacío de propiedad del Estado en Avellaneda.
El subsecretario general de la Presidencia, Carlos Kunkel -un otrora integrante del grupo Calafate que ha mantenido un perfil bajo-, consideró en un reportaje al diario «La Nación» que es «probable que haya sectores de la Policía Bonaerense detrás» de los grupos piqueteros más combativos. Según el funcionario, la intención de los sectores de la Policía que impulsarían el conflicto piquetero sería «presentarse como los que pueden controlar la situación social con sus métodos», presuntamente represivos. Kunkel advirtió que el gobierno va a «aplicar la ley», y consideró que «debe quedar claro que no hay una persecución de la Policía».
Quien salió a respaldar a Kunkel fue como siempre el jefe de la Federación Tierra y Vivienda (FTV), Luis D'Elía, que no titubeó en señalar a Raúl Castells como uno de los dirigentes piqueteros que estarían en connivencia con sectores de la Bonaerense.
Explicó este aliado del gobierno que «las sospechas no son nuevas, se retrotraen incluso a hechos del pasado. El más vinculado en esas sospechas ha sido siempre Raúl Castells, el mismo que cuando estuvo detenido en la departamental de Avellaneda gozaba de una serie de privilegios que otros compañeros que estuvieron detenidos nunca tuvieron», indicó.
De esta manera, D'Elía profundizó los enfrentamientos públicos que mantiene con Castells, quien tiempo atrás calificó de «prostitutas» al líder de la FTV y al dirigente de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), Juan Carlos Alderete.
El ex presidente Raúl Alfonsín salió a calmar parcialmente las aguas al señalar que las soluciones se van a lograr a partir de «comunes denominadores entre todos para que podamos ayudar mejor. Lamentablemente la patada inicial la tiene que dar el gobierno, que no la da». El ex presidente cargó también sobre Castells, de quien afirmó que «a través de sus manifestaciones, dichos y su obra está actuando, como dice Howell, para constituir el poder o algo así, sin tomar el poder». Dijo creer que «el grupo de Castells es un grupo rebelde», definiéndolo como «por lo general heroico, capaz de matar y de morir, pero no es un grupo revolucionario, que es aquel que conoce perfectamente sus objetivos y sabe adonde lo llevan». Agregó que «en cambio el rebelde no, no sabe si tendrán éxito o no sus objetivos, por eso se queda en la no toma del poder y en la negatividad absoluta».
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