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EEUU: renunciaron Paul O'Neill y asesor económico de Bush
Envió ayer el secretario del Tesoro una carta al presidente norteamericano en la que anuncia su dimisión, que se hará efectiva en las próximas semanas. La renuncia habría sido pedida por el gobierno. El asesor económico de Bush, Lawrence Lindsey, también renunció. Duhalde aseguró que la dimisión de O'Neill puede tener alguna "importancia indirecta" en las negociaciones con el FMI.
La renuncia de O'Neill fue confirmada a primera hora de la tarde por el vocero de la Casa Blanca, Ari Fleischer, quien informó que también había presentado su dimisión el consejero económico del presidente George W. Bush, Lawrence Lindsey.
La dimisión de un "duro" de la administración Bush y un hombre sindicado como uno de los principales obstáculos para que la Argentina alcance un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), tuvo una inmediata repercusión en el país y motivó declaraciones del propio presidente Eduardo Duhalde y del ministro de Economía, Roberto Lavagna, quienes se enteraron en Brasil de la novedad.
Duhalde dijo que "no hay que magnificar" el hecho, y el ministro Lavagna, agregó que sea quien sea el sucesor de O'Neill, eso "no debería incidir" en las negociaciones argentinas con los organismos multilaterales.
En una conferencia de prensa celebrada en Brasilia al concluir la Cumbre del Mercosur, Duhalde dijo que "no estábamos enterados de la renuncia, nos enteramos acá", y agregó que "se trata de un funcionario de otro país y aunque tenga importancia indirecta por nuestras negociaciones con el FMI, no hay que magnificar estos temas".
Lavagna, antes del inicio de la Cumbre de Presidentes, dijo en declaraciones a la agencia oficial Télam que el alejamiento "no necesariamente" perjudicaría las negociaciones con el FMI, y agregó que "sea quien sea quien viene no debería incidir en las negociaciones con el Fondo".
El ministro dijo no estar al tanto de la renuncia de O'Neill, y aseguró que se enteraba por la consulta de periodismo. Sobre quién podría ser el sucesor del primer ministro que se aleja del gabinete de George W. Bush desde su asunción en enero de 2001, Lavagna se limitó a un escueto "no me meto en las internas de Washington".
"El gobierno americano nos ha apoyado bastante" hasta ahora, manifestó sin embargo el jefe del Palacio de Hacienda.
El renunciante secretario, en la carta de tres párrafos dirigida al presidente Bush a través de la cual comunicó su decisión, expresó que "ha sido un privilegio servir a la nación durante estos tiempos difíciles".
En una reunión con sus empleados por la mañana, O'Neill les comentó que "hay muchas otras cosas importantes para hacer en la vida". Meses atrás, en medio de cuestionamientos a su gestión, había dicho que "si a la gente no le gusta lo que hago, no me importa, porque podría estar navegando en un yate o conduciendo a través del país".
El funcionario, de 67 años, era conocido por su fama de duro y por no medir demasiado las consecuencias de sus declaraciones, y en varias oportunidades en las que habló en público sobre Argentina, lo hizo en términos despectivos o poco amigables.
Eso por no mencionar cuando dijo que no iba a seguir tirando "a la basura" el dinero de los "plomeros y carpinteros" que tributan impuestos en su país aportando fondos para apoyar a la Argentina, o cuando reconoció que su preocupación era que las asistencias "salgan del país para cuentas bancarias en Suiza".
Justamente ayer se anunció la cifra de desempleo, que llegó al 6 por ciento, la cifra más alta en los últimos nueve años. Y las perspectivas de crecimiento para el año próximo no prevén una mejoría en la recesión que se inició aún antes de que el ex presidente Bill Clinton dejara la Casa Blanca.
Aunque Clinton le legó a Bush un superávit fiscal abultado, O'Neill no consiguió reactivar la economía doméstica, ni siquiera a costa de generar un fuerte déficit para el Tesoro por la política expansiva del gasto empujada por los gastos militares.
Otro frente que se le abrió al renunciante funcionario fue el de los escándalos corporativos que estallaron desde que se difundieron los fraudes contables de la petrolera Enron. Las pérdidas de Wall Street y el desagio sufrido por los ahorristas titulares de fondos de pensión estimularon la ira contra quien supuestamente debía controlar y castigar a las empresas que cometieran delitos económicos.
Antes de ser convocado por Bush, a quien conocía por su padre el ex presidente, con quien había hecho negocios en Texas, O'Neill había sido durante 13 años presidente de Alcoa, el primer conglomerado siderúrgico del mundo. También tenía experiencia en el directorio de International Paper, el principal grupo papelero estadounidense.
Los primeros nombres que circularon en Washington como eventuales reemplazantes de O'Neill fueron Laurence Meyer, que dejó la Reserva Federal en enero de 2002, y Wayne Angell, que había sido candidato a secretario del Tesoro cuando comenzó el gobierno de Bush.
El dólar, a raíz de la noticia del alejamiento, perdió terreno a la tarde frente a otras divisas. El euro hizo una breve incursión por encima del umbral de los 1,01 dólares, y se apreciaron también frente al dólar el yen, el franco suizo y la libra esterlina.
En Wall Street, no obstante, el impacto no se había sentido a media rueda, y tanto el índice Dow Jones como el Nasdaq operaban con ligeras subas.
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