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Intimar con Nueva York es no parar de andar y andar

La diversidad y la tolerancia son las reglas de este lugar y sus protagonistas también son los propios neoyorquinos, enfundados en sus trajes Hugo Boss, bolsos Louis Vuitton y sus celulares de alta tecnología, imposibles de conseguir por estas latitudes.
Y qué decir de su andar, nadie en el mundo transita como los neoyorquinos, con ese aire de grandeza. Caminan por las calles sin fijarse en el que va a su lado; van memorizando frases, haciendo cuentas, hablando solos.
Pero Nueva York también es líder en la moda, el arte moderno, el teatro, la publicidad, los perfumes y la comunicación social. Sus museos son importantes, sus universidades son prestigiosas, sus parques son de renombre, todo en Nueva York es famoso, interesante, la ciudad entera es una marca registrada en el planeta.
A través del cine y la televisión, todos, sin excepción, conocemos algo de Nueva York. ¿Cuánta gente describe el Central Park sin haberlo visitado jamás? ¿Cuántos pueden opinar sobre el Soho sin haber salido de su propio país? ¿Cuántos son los que no saben sobre Broadway, o los que no se imaginan cómo es la Quinta Avenida o el Madison Square Garden? Lo cierto es que Nueva York es capaz de provocar cualquier sentimiento, menos indiferencia. Hasta las bocinas de los coches suenan como en las películas y el ajetreo en la calle contagia. El ser humano es una hormiga entre tanto rascacielos. Y no sólo por el gran Empire State (381 metros, hoy el más alto) o el edificio Chrysler, cuya cúpula art déco invita a parar la marcha y recrearse hacia arriba. Paso ligero y parada. Así es el paseo por esa gran urbe.
Proponerse caminar durante ocho horas seguidas puede parecer en un principio asunto de maratonistas; sin embargo, en Nueva York hasta el que tiene menor condición física lo logra. Cada calle invita a ser explorada. Pero si uno camina descubre, y si uno no descubre pierde tiempo. Y si uno visita la ciudad en pocos días, el tiempo vale oro.
Por ese motivo decidimos subir, por recomendación de un amigo, a un autobús turístico de dos pisos que propone, por 40 dólares, un recorrido de día completo por la ciudad. Se puede subir y bajar las veces que se desee y el boleto sirve para toda la jornada. Los recorridos incluyen guía (con audio disponible en francés, alemán, español, holandés e italiano). En nuestro caso, el paseo incluyó el uptown, downtown, Broadway, la Estatua de la Libertad, Times Square, el Madison Square Garden, el Edificio Flatiron, la Villa Greenwich, Soho, la Pequeña Italia y el Parque Battery. Además, navegamos en un ferry que llega hasta la isla Ellis, en donde se obtiene una vista maravillosa de la Estatua de la Libertad. Luego se sucedieron el Central Park, la Catedral de St. John el Divino, Grant's Tomb, Harlem, museos, la Quinta Avenida y el Centro Rockefeller, entre otros imperdibles. Quien pretenda llegar hasta Ground Zero tendrá graves problemas, porque ningún tour incluye una visita al lugar (ver página VI).
Pero lo mejor del viaje en colectivo se observa en horas de la noche. Es imponente la vista que se obtiene desde los puentes y el puerto.
Si de la vida nocturna se trata, en todo Manhattan hay buena movida y de cualquier tipo; sin embargo, el barrio de Soho es conocido por su variedad y por ser el sitio trendy (lugar de moda). Allí la noche termina a las 2:00 de la mañana, y es ley.
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