25 de septiembre 2008 - 00:00

No hay mejor incentivo que un viaje de placer

Sudáfrica fue uno de los destinos elegidos por Liberty Seguros para agasajar a sus empleados. La empresa también programó un viaje a Brasil, y este año piensa en Panamá.
Sudáfrica fue uno de los destinos elegidos por Liberty Seguros para agasajar a sus empleados. La empresa también programó un viaje a Brasil, y este año piensa en Panamá.
La coincidencia es unánime: un viaje inolvidable repercute emocional y mentalmente. Pueden pasar años, pero la experiencia sobrevive al paso del tiempo y el recuerdo permanece latente durante toda la vida.
Muchas empresas, sobre todo las multinacionales y algunas locales, entendieron el concepto planeando viajes de incentivo para retener a sus empleados, aumentar sus rendimientos o simplemente premiarlos por los objetivos logrados. La modalidad es extensiva también a sus clientes. La meta es simple: fidelizar para mantener el vínculo y hacer negocios.


Opinan los expertos

Las empresas conocen la regla: el empleado eficiente tiene una alta cotización y es muy atractivo para otras empresas. Para conservarlo y saber que el dinero que se invirtió en tiempo y capacitación dará réditos, hay que mantenerlo motivado.
Oscar Patiño, organizador del salón Internacional de Viajes Corporativos y de Incentivo (MICE), sostiene que «estos programas resultan una herramienta fundamental a la que recurren casi todas las firmas de primera línea. Si bien en Europa y en los Estados Unidos es una modalidad muy desarrollada, en el país tuvo una fuerte evolución después de la crisis de 2001, pero sobre todo en los últimos cuatro años. La Argentina constituye por sí misma un fuerte motivador para el turismo de incentivos, por sus grandes recursos en el orden natural, paisajístico, cultural, de infraestructura y en recursos humanos», sostiene Patiño. «Estas propuestas del sector privado son un desafío, pero necesitamos además del apoyo de todos los actores, porque es una cadena en la que está involucrada toda la Argentina», sintetiza.
Para el empresario, ligado al mundo del turismo y promotor de los deportes invernales, «un viaje tiene una connotación muy diferente de la de un premio en dinero o productos por el efecto emocional que tiene para quien lo recibe. Debe ser altamente positivo para lograr el efecto deseado, que no es más ni menos que el recuerdo para toda la vida».
Dialogamos con Nicolás Gayesky, quien es responsable de Relaciones Institucionales de AV Business & Communication, líder en el mercado de incentivos y corporativo. «El viaje es la finalización de un proyecto, es el broche de oro. Las acciones comienzan con premios chicos, con regalos, se intenta fidelizar con el personal durante todo el año, para llegar finalmente al viaje, que es sin dudas el que tiene el mejor valor percibido. Por eso la idea es hacerlo original, para que la persona que lo reciba no pueda ponerle un precio. Un viaje de incentivo no debería tener precio.»
Gayesky, al igual que otros empresarios vinculados a la actividad, sostiene que las empresas con mayor desarrollo en estos programas son laboratorios, aseguradoras, telecomunicaciones, ventas, marketing y automotrices.
Liberty Seguros premió a 25 productores con un viaje a Sudáfrica,
a través de un sistema en el cual iban sumando puntos durante el año por metas alcanzadas. «Mientras tanto, todo el personal recibía regalos de diferente importancia, para mantenerlos entusiasmados», cuenta Gayesky. Hace dos años eligieron a 90 operadores y los enviaron a uno de los resorts más exclusivos de Brasil. Este año, el destino programado es Panamá.
Motorola lanzó una acción simultánea en Frávega y Garbarino. Apuntó, por un lado, a los vendedores, para incentivarlos a comercializar los teléfonos de la firma. Pero también premió a los usuarios con un sorteo entre todos los consumidores. Otras empresas grandes utilizan la modalidad en forma recurrente: Panasonic, por ejemplo, se fue a Cataratas; Philips, al Conrad de Punta del Este.
Victoria Monin, gerente de Ventas Corporativas de Starwood
, nos cuenta que la cadena maneja un importante volumen de viajes de incentivo a nivel global. «Quienes superan 20% de los objetivos trazados acceden a un viaje, con un acompañante y todos los gastos pagos. Cada año se piensa en un destino distinto: en 2007 fue Sudáfrica, este año es Tailandia, pero, a diferencia del anterior, esta vez es mundial, participa personal de todos los rincones del planeta y son alrededor de 300 las personas invitadas. En 2009, el destino será Las Vegas», sintetiza Monin. Los viajes, en este caso, están dirigidos mayoritariamente al sector ventas: gerentes de áreas, ejecutivos de cuentas y vendedores en general.
Juanita Liévano es gerente de Experiencia Empleado de Movistar, compañía que dedica especial atención al área de incentivos. «Uno de los programas más utilizados es Universidad Telefónica, que tiene un alcance de alrededor de 1.200 ejecutivos de primera línea en América latina. Ellos tienen un cupo al año para participar de diferentes cursos de una semana de duración en Barcelona (todos los gastos cubiertos), liderados por profesores de la talla de Harvard University y Columbia University in the City of New York. De la Argentina participan 180 personas.»
Para lograr el objetivo, es necesario que este tipo de viajes cuente con un programador que pueda organizar actividades de impacto. Si está bien armado, brinda la posibilidad de vivir cosas y situaciones que, si se hiciera en forma particular, no sucederían. Uno puede haber ido 20 veces a un lugar, pero hay acciones que son únicas, que no se olvidan más en la vida. Otra de las empresas impulsoras de los viajes de incentivo es Mega-tlón, que premia anualmente a profesores, coordinadores y gerentes con viajes en cruceros temáticos de fitness. Dialogamos con su gerente de Marketing, Javier Petit: «Tenemos un convenio con MSC Cruceros, en el cual está estipulado que tres profesores de Megatlón se hagan cargo del gimnasio del crucero, durante toda la temporada. Son doce viajes en total, donde concurren tres profesores en cada uno. Por otra parte, compramos seis cabinas dobles y triples para la alta gerencia».

¿Solos o acompañados?

Un aspecto para tener en cuenta es si los beneficiarios viajarán solos o acompañados. En este caso, los consultados aseguran que si se trata de un viaje de integración, al que van empleados de distintos sectores y la empresa quiere reforzar el vínculo con ellos, la presencia de las parejas puede no resultar positiva. Pero si se quiere lograr un reconocimiento o estímulo, sumar a la pareja puede potenciar la experiencia. En ese sentido, tanto Petit como Gayesky coinciden en que lo mejor es generar un espacio familiar en un contexto diferente. Prefieren enviar a los «afortunados» con un acompañante. Aseguran que el cónyuge es fundamental a la hora de la incentivación. «Al estar en juego un viaje tan importante, el incentivo viene del propio hogar, de la mujer o del marido, porque la experiencia es compartida», dicen desde AV Business & Communication, que maneja otros destinos como Brasil, el Caribe o Club Med, entre las preferencias internacionales, y Cataratas, Mendoza y el sur argentino entre los lugares más visitados en el interior del país.

Más de la mitad

AV Business & Communication realizó una encuesta entre más de 2.000 ejecutivos de distintas empresas, principalmente de los rubros comercial, marketing, seguros, servicios, telecomunicaciones y ventas. Más de la mitad de las empresas consultadas realiza programas de incentivo. La mayoría de los participantes se desempeña en cargos ejecutivos. Principalmente: directores, CEO, gerentes comerciales, jefes de incentivos, gerentes y responsables de marketing y trademarketing y responsables de RR.HH. Los encuestados residen en su mayoría en la Argentina, Brasil, Chile, Perú, Uruguay, Colombia y México, con predominancia de la Argentina.
Casi 50% de las empresas consultadas terceriza sus programas
confiando principalmente en consultoras de MKT de incentivos, en las que mayormente delegan la creatividad, comunicación y realización de eventos. Brasil se consolida como el destino favorito, seguido por Cataratas del Iguazú, Punta del Este y el Caribe.

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