La improvisación como política económica
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La pereza intelectual de los políticos tradicionales no piensa en un modelo de desarrollo para nuestro país, este gobierno, por su parte, día a día realiza un homenaje a la generación del '80, con la Argentina como "granero del mundo".
Macri, a meses de asumir habló de "supermercado del mundo", términos más acordes al Siglo XXI, pero que al igual que antes, la redistribución de la riqueza es solo hacia los sectores concentrados de la economía y se espera un "derrame" hacia los más vulnerables, en un intento de legitimar la desigual distribución del ingreso que provocan las políticas liberales a las que adscriben los economistas que apoyan al Gobierno.
Supusieron que las lluvias iban a nutrir suficientemente nuestro suelo para que haya tempestad de dólares, por eso habían decidido bajar las retenciones a la soja, pero lo que hubo fue una "tormenta" de deuda. Según el Observatorio de Deuda Externa, de mantenerse en estos niveles, el ratio de deuda pública sobre el producto Bruto Interno (PBI) puede alcanzar a finales de 2018 un "nivel alarmante", superior al 111% del PBI. Omitiendo, claro, el mayor problema histórico de nuestra economía, la bendita restricción externa, la falta de dólares.
Así, mientras unos pocos hacían negocios con LEBAC y dólares, (hasta agosto se habían fugado u$s20.027 millones, según el BCRA), se ajustó con una devaluación del 110 por ciento, pero "el mercado" les jugó una mala pasada y usufructuando sus improvisaciones dispararon el valor del dólar a niveles muy que nadie esperaba.
La histórica sensibilidad de Argentina a las devaluaciones hace que esa herramienta, tan tentadora para los hacedores de política económica, genere al instante pobreza. Desde Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA aseguraron que "la pobreza este año va a estar arriba de 2014 y 2015".
El maldito pass through -impacto que tiene en los precios una suba del tipo del cambio- hace su trabajo y cada centavo de devaluación es un agujero en los bolsillos de aquellos que, en muchos casos, ya no tenían para lo más básico. Citando nuevamente el trabajo de la UCA, "la inseguridad alimentaria severa alcanza al 4,3 por ciento, y la indigencia podría pasar a afectar a uno de cada diez argentinos".
Mientras los dólares huyen con llamativa facilidad, nuevamente improvisan y lanzan medidas de lo más ocurrentes, como lo fue este impuesto a las exportaciones. A aquellos que cobran en dólares, la retención se la hacen en pesos y cuanto más alto el tipo de cambio, menos impacto de esa retención. Sin olvidar que usaron el mismo canon para las gigantes agroexportadoras que para las PYMeS, las verdaderas generadoras de empleo.
Después de esa sinfonía de imprevisiones, el campo no liquida, presiona el tipo de cambio, el Banco Central enceguecido, el dólar vuelve a dispararse y los precios volverán a subir. Hay que recordar que una semana después del anuncio del nuevo esquema de retenciones, la Bolsa de Comercio de Rosario consignó que había bajado la venta de soja un 56% y que días antes del anuncio, cuando todos sospechaban la medida, el volumen comercializado de soja fuera de 3,13 millones de toneladas que versus los 2,47 millones de julio.
Tras años de apoyar la reprimarización de la economía y a varias corporaciones, alimentadas por supuestos antagonismos políticos, que en el fondo son parte del problema, es hora de una política con ideas, que repiense a la Argentina, que discuta un modelo productivo, industrial, pujante, no dependiente de las lluvias o del "mundo", que entienda que hay mucho por hacer porque la tradicional política de la improvisación y los parches nos trajo hasta acá.
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