20 de julio 2022 - 13:46

Dólar: especuladores, desestabilizadores y la necesidad de dar una respuesta contundente

El Gobierno señaló esta mañana que la cotización del dólar blue no influye en las estimaciones de los agentes económicos. Es una respuesta débil para el ataque especulativo y desestabilizador del que viene siendo objeto.

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Mariano Fuchila

El Gobierno señaló esta mañana que la cotización del dólar blue no influye en las estimaciones de los agentes económicos. Es una respuesta débil para el ataque especulativo y desestabilizador del que viene siendo objeto. Y además, no es cierto. Distinto es convalidar esta ridícula y peligrosa suba que se está generando en el mercado informal del dólar, un terreno de tensiones donde el propio Gobierno, hasta ahora, ha fracasado rotundamente.

Es necesario comunicar de forma urgente y coherente al grueso de la población cuál es el derrotero que el Palacio de Hacienda piensa trazar hacia adelante. Además, echar mano de los medios de que dispone, de todos los que tiene a disposición, para llevar certeza a la población. Un primer paso en este sentido fue lo realizado por la ministra Silvina Batakis en los primeros días de gestión. Pero falta mucha más colaboración y coordinación de todo el gabinete económico y, principalmente, del presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández y los equipos técnicos.

Lo que intento decir es que la cotización marginal del dólar es, además del emergente de un mercado con poca profundidad, una variable política que intenta influir en el clima social y, en última instancia, erosionar las posibilidades de una salida ordenada al complejo frente cambiario y financiero que enfrenta la Casa Rosada y que hace daño enorme a todos los argentinos que viven de un ingreso en pesos.

La remarcación desmedida y permanente de precios es también otra forma de erosionar al Gobierno. La “guerra a la inflación” declarada por el presidente pareció quedar a mitad de camino. Las empresas oligopólicas se apuran a remarcar por encima de las expectativas y los pymes actúan, lógicamente, de la misma forma que sus proveedores. Los importadores hacen su juego, el agro otro tanto. Todos toman decisiones en las que influye, también, la cotización del dólar y las limitaciones emergentes de la Casa Rosada que parece llegar a cuentagotas. El ex ministro Guzmán dejó un escenario de extrema vulnerabilidad en este punto y en otros. El gabinete económico parece tener serios problemas para coordinar decisiones.

Debe el Gobierno incorporar numerosas herramientas de inmediato para tratar de mitigar los efectos que generan estas acciones de desestabilización. Debe hacerlo no sólo para contrarrestar el juego opaco de aquellos que todos los días buscan generar un daño, sino también para defender el poder adquisitivo de los argentinos, uno de los puntales de la justicia social. El impacto inflacionario en los alimentos debe ser administrado, cuotificado. También debe el Gobierno dar un mensaje claro de orden en las cuentas públicas, pero sobre todo, desnudar cuáles son los mecanismos nefastos que vienen debilitando la gestión estatal en la base de la falta de divisas y la elusión y evasión impositiva. La administración mediocre de los instrumentos con los que ya cuenta el Estado para lograr frenar todo tipo de especulación parecieran no ser utilizados del todo.

El plan trazado por el FMI hace agua por todos lados, muy lejos de la “solución mágica” para todos los problemas que acosaban a la economía local. Fracasa Georgieva junto al Gobierno en esta corrida cambiaria e inflacionaria. El silencio del organismo internacional asombra en este contexto. Podría señalarse que miran, en la distancia, la descomposición económica y financiera.

Es claro que no se trata de algo sencillo. El contexto internacional, la guerra, la pandemia pasada y la espantosa gestión financiera y económica de Cambiemos aún persiste en los problemas que enfrenta la Argentina. Pero también habrá que insistir en que el Gobierno no puede acompañar los eventos que se están suscitando. Hay enormes intereses de por medio, no sólo en generar efectos desestabilizadores en el clima social por medios vinculados a la cotización del dólar, sino también de generar incertidumbre en las estimaciones que deben hacer, todos los días, los agentes económicos, es decir trabajadores, jubilados, pensionados para asegurarse su subsistencia. El Gobierno no puede esbozar una respuesta débil para el ataque especulativo y desestabilizador que se desarrolla.

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