21 de marzo 2006 - 00:00

Decisiones del gobierno no benefician a ganaderos

El sismo en que se encuentra el sector de ganados y carnes no es el propicio para un entendimiento. Resulta fundamental aclarar que este escenario no lo generó la producción ni la industria, sino que fue gestado por la implementación de medidas apresuradas, como la desgraciada Resolución 645, limitando la oferta en más de 120.000 cabezas mensuales, el aumento de las retenciones que las triplicaron, la eliminación de los reintegros, la creación del Registro de Operaciones (ROE) y, como frutilla al postre, la inaudita prohibición extemporánea de la Resolución 114 donde ni el más osado lector de Riplay hubiese imaginado que la Argentina, el país con forma de costeleta, deja, con un grado preocupante de impericia, de llevar sus bifes a un mundo que está ávido de ellos.

Estas decisiones apresuradas no benefician a nadie y perjudicarán aún más a quien se dice defender: el consumidor, al cual es necesario llevarle el corte que demande. Basta de media res.

Estamos plenamente conscientes de que la oferta es escasa en nuestro país, por ello siempre impulsamos un verdadero plan ganadero nacional con estímulos, premios y por qué no, también con castigos para aquellos que hagan las cosas mal.

Lamentablemente, se interpretan mal estas cuestiones y se lleva a la población a un grado de confusión que es realmente irritante.

• Transparencia

Ahora también se quiere intervenir y/o direccionar el Mercado de Liniers, el cual es fundamental para la transparencia de esta actividad y su cabal funcionamiento.

Es deber del Estado acordarse de errores pasados a fin de no hipotecar este presente.

Nos preguntamos por las producciones alternativas y/o sustitutos, y olvidamos que al desaparecer el Mercado de Avellaneda hace años, se llevó también la posibilidad de marcar una referencia en la comercialización porcina y ovina. Veamos cómo se encuentran ellas. ¿A eso queremos llegar?

Es imperioso que esto pase y bajo un clima de equilibrio y, raciocinio hoy ausente, se elaboren soluciones.

Estas llegarán estimulando la producción, no atacándola, no cerrando mercados, que lo único que hará es ayudar a nuestros competidores (Brasil, Uruguay, Australia, Nueva Zelanda, etc.) y dándole un certificado de poca vida o defunción a nuestra ganadería.

Dejar de crecer, en este sector que es una actividad de largo plazo, no se revierte de un plumazo.

¿Se darán cuenta quienes nos gobiernan?

En estos momentos se están decidiendo en el campo los planes de siembra y rotación.
Por ello proponemos la calma para que nos conduzca al equilibrio y nos permita visualizar el escenario que tenemos ante nosotros, que es realmente espectacular si no se distorsiona y no se tiene miedo al crecimiento del sector.

Omitir esto llevaría al productor a no saber qué hacer y ensombrecería más el panorama.

Recordemos que estamos decidiendo o no la implantación de pasturas, la retención o no de vientres, la compra o no de reproductores, la implementación de la trazabilidad y, lo que es más grave, permanecer o no en ganadería.

Se sale en un segundo, pero volver lleva más de una vida.

No tener BSE, tener controlada la aftosa, no tener E.Coli, ni Dioxina, debe ser una fortaleza y obligación de utilizar esto como locomotora de despegue al mundo y no como ocurre ahora pretendiendo que se herrumbre en el galpón.

• Desánimo

Al no entender esto, se nos condena al desánimo, y esto lleva al retiro de la actividad y a tener menos oferta, o sea, todo lo contrario a lo que se debiera y también opuesto al escenario en el cual nos encontramos. Cuando se nos acusa de avaros, nos viene a la memoria el escritor español Fernando Savater, donde en su libro «Los siete pecados capitales» definía al avaro como aquella persona que esteriliza el dinero. Como se podrá apreciar, todo lo contrario a lo que hace el productor que a veces arriesga en demasía ante un escenario cambiante y sin un apoyo cierto y cabal del Estado para hacer posible el negocio ganadero.

Producir no puede ser sólo un sentimiento, y es inaudito que se pretenda «esterilizar» el engrandecimiento y crecimiento con mensajes como «no comprar carne».


Donde hay una vaca hay una familia, un pueblo, negocios de insumos, semillas, veterinarias, transportistas, aserraderos, maquinarias, frigoríficos, mercados, ferias y consignatarios que dependen de que se compre este producto para subsistir.

La ganadería es un elemento colonizador y dador de empleo en el agro nacional, factor que no se debiera desconocer, por el contrario, es necesario ponerse en marcha para recuperar las dos generaciones perdidas en la Argentina: los hombres que se fueron y las vacas que no están.


(*) Presidente de la Asociación de Productores Bovinos Argentinos (Aprocaboa).

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