25 de octubre 2006 - 00:00

En trigo, ¿es la Argentina un abastecedor confiable?

La producción de trigo argentino es seguida de cerca por los operadores de todo el mundo.
La producción de trigo argentino es seguida de cerca por los operadores de todo el mundo.
Hace unos días se realizó en la ciudad de Natal, en el estado de Rio Grande do Norte, pleno nordeste brasileño, el XIII Seminario Internacional de Trigo, al cual el autor de esta nota fue invitado por las autoridades de Abitrigo -la poderosa institución que agrupa a los molineros de ese país- a exponer sobre el mercado de trigo en la Argentina para el ciclo 2006/07 y las perspectivas de mediano y largo plazo.

Durante la conferencia, a la cual asistió un importante grupo de molineros de Brasil y otros países, a los que se sumó una nutrida delegación privada de nuestro país, se plantearon, entre otros temas, el concepto de la Argentina como un abastecedor confiable de trigo a nuestro socio y principal demandante en el Mercosur con miras hacia la próxima década.

Si bien se destacó el profundo cambio que la agricultura argentina experimentó en los últimos años, con una fuerte expansión del área bajo siembra, un alto nivel tecnológico aplicado a la mayoría de los cultivos, un creciente uso en los insumos básicos (fertilizantes, agroquímicos etc.) -factores éstos que coadyuvaron a un permanente incremento en la producción granaria en general, con una importante participación del trigo prevista para los próximos ciclos, que permita disponer de crecientes saldos exportables en volumen y calidad-, se puso en tela de juicio la confiabilidad de nuestro país como futuro oferente de este grano.

Como es sabido, Brasil no es un gran productor de trigo. Si bien en los últimos años existieron políticas internas orientadas a incrementar la oferta local de este cereal, por aspectos relacionados con sus recursos naturales, sus altos costos operativos y sus precios menos atractivos, etc., los productores brasileños se orientaron hacia otro tipo de cultivos, como la soja o el maíz, donde Brasil se consolida como el indiscutido líder en Sudamérica.

Cabe consignar que desde el inicio operativo del Mercosur, es decir desde el año 1995, nuestro país exportó más de 100 millones de toneladas de trigo al mundo, de las cuales aproximadamente 62 millones tuvieron por destino el mercado brasileño, constituyéndose así en su principal proveedor.

A los envíos de origen argentino, mayoritarios claro está, se sumó una producción interna limitada, complementada sólo con pequeños volúmenes provenientes de Canadá y Estados Unidos, totalizando así un consumo interno, en leve pero progresivo ascenso, del orden de los 10 millones de toneladas.

Respecto de las previsiones de mediano y largo plazo, distintas fuentes nacionales e internacionales coinciden con una expansión de la producción del trigo argentino y, por ende, de su saldo exportable, lo cual permitirá incrementar a su vez el actual «market share» a aproximadamente 13% en el total mundial.

En términos generales, los pronósticos más cautos ubican la producción y la exportación trigueras argentinas hacia mediados de la próxima década en torno a los 19 y 13 millones de toneladas, respectivamente, lo cual permite inferir un grado de abastecimiento asegurado en exceso, en cuanto a las necesidades de materia prima del Brasil para los próximos años.

  • Competitividad

    Si esto se lo mide en materia de precios internacionales, sigue siendo el trigo argentino el de mayor competitividad, no sólo en comparación con los trigos de alta calidad (EE.UU., Canadá y Australia), sino también con los «blandos», americanos y franceses, a pesar de la manifiesta diferencia cualitativa de nuestra materia prima.

    Ello se da en forma independiente de la vigencia de un arancel externo común que rige en el ámbito de Mercosur y protege la mercadería producida en la región. En tal sentido, son contadas las oportunidades en que se hizo efectiva tal ventaja a lo largo de estos años, por lo cual el beneficio para Brasil de comprar trigo argentino no sólo se limitó a la amplia disponibilidad, sino también a las ventajas en materia logística -fletes-, la calidad ofrecida y los precios vigentes. Entonces, ¿es lógico pensar que en ese marco de clara competitividad pueda afirmarse que la Argentina no es un proveedor confiable de trigo? O es quizá que la falta de una política integradora entre ambos países no permite potenciar estas ventajas?

    El leitmotiv del Seminario de Abitrigo en esta oportunidad fue «Trabajando para el mercado» y ello se materializó en sendas exposiciones dondese presentó un ambicioso programa de desarrollodel mercado triguero y de sus derivados. Con un presupuesto cercano a los 12 millones de reales para los próximos años y con un objetivo de incrementar sustancialmente el consumo de trigo y los principales farináceos a base de este cereal, un país de escaso nivel productivo como Brasil, con una fuerte dependencia de la importación de materia prima, se fija un claro horizonte de crecimiento, donde su principal socio y abastecedor -la Argentina- lo observa marginalmente.

    Es por ello que resulta imprescindible contar con una mayor presencia de los distintos integrantes de la cadena del trigo argentina ( productores, acopiadores, exportadores, corredores, molineros etc.) en la asistencia a nuestro principal cliente, no sólo desde la provisión de la materia prima, según las necesidades de dicho mercado, sino hasta con la complementación con productos de mayor valor agregado, apoyando una iniciativa tan importante como la descripta.

    Recuerdo que hacia fines de los 80, en oportunidad de una invitación a la Comisión Canadiense de Granos, como representante de la por entonces Junta Nacional de Granos, se nos comentaba acerca de los distintos programas para el desarrollo del mercado del trigo canadiense. Entre ellos existía un curso especial para molineros uruguayos, que por esos años habían adquirido una partida de trigo de ese origen.

    Claro está que Uruguay no se caracterizaba por ser un importador habitual de trigo, pero el hecho de haber participado al menos esporádicamente en ese mercado fue motivo suficiente como para recibir una esmerada y deferente atención por parte de su ocasional proveedor.   

  • ¿Podemos imaginarnos un trato de esas características para con nuestro gran mercado de referencia?   

  • ¿Es factible cambiar nuestra modalidad de simple «vendedor» de trigo, para transformarnos en un confiable proveedor de uno de los mayores compradores mundiales como es Brasil?   

  • ¿Es viable acceder a mejores precios por nuestros trigos, cambiando el concepto de simple colocador de saldos exportables?

  • De continuar en nuestro actual esquema de provisión, ¿puede reducirse nuestra presencia en dicho mercado?

    Los tiempos de los «nichos de mercado» y de los «mercados naturales» se van terminando. En un mundo globalizado, con todavía altos niveles de subsidios y cada vez más competitivo, parece más difícil mantener la supremacía como país exportador si no se atiende debidamente a cada uno de nuestros clientes o no se apela a seguir recibiendo los precios más bajos del mercado. De nosotros depende cambiar este rumbo.

    (*) Director de Agritrend SA, asesor de la Fundación Producir Conservando y de la Federación de Acopiadores de la República Argentina.
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