La concentración preocupa al campo
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Los molineros esperan con optimismo el proyecto de ley pyme para conquistar mercados internacionales
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El consumo de leche muestra una leve señal de recuperación
Debemos apartarnos del simple análisis economicista que es incapaz de interpretar las consecuencias que tienen sobre nuestra estructura social, productiva, geopolítica y ambiental, las decisiones que se toman en los países centrales de la globalización, ya sean por parte de los Estados o gigantescas corporaciones mundiales.
El campo es mucho más que un ámbito de producción agropecuaria; es territorio nacional que debe estar integrado, en franco proceso de desarrollo, y ocupado por un tejido social del interior numeroso y unido al resto de la comunidad; están los parajes, poblaciones y ciudades del interior que de él dependen; también los pueblos originarios, con sus costumbres y tradiciones ancestrales, entrecruzados con los inmigrantes que llegaron desde todas las latitudes del orbe.
La Argentina rural debe recuperar la figuradel productor agropecuario y de las pequeñas y medianas empresas como uno de los auténticos ejes de su desarrollo, y producir mediante un esquema productivo que se corresponda con sus intereses como Nación, sostenido por avances científicos y tecnológicos propios y abastecido con insumos de origen nacional en porcentajes crecientes.
No podemos aceptar con indiferencia que los más fuertes y concentrados se apropien -y en buena parte transfieran más allá de nuestras fronteras-de la renta de nuestros recursos naturales y del trabajo de millones de argentinos que producen y consumen.
El proyecto de desarrollo agropecuario que -según lo entendemos-requiere la Argentina con apremio, incluye medidas tendientes a terminar definitivamente con situaciones de rentabilidad negativa o insuficiente que aún persisten en importantes producciones como perversas consecuencias del modelo de convertibilidad de la última década del siglo veinte, de errores coyunturales, complicaciones burocráticas y fallas instrumentales y cortoplacistas de la actual política económica, a las que se suma una crisis financiera global que condiciona el poder de decisión nacional sobre nuestros patrimonios naturales.
Desde el Frente Agropecuario Nacional valoramos el esquema macroeconómico de crecimiento productivo, pero debemos señalar que las falencias apuntadas son generadoras de injusticia y discriminación, al tiempo que habilitan los procesos de concentración y desnacionalización de la tierra y de la economía, que deben ser revertidos con urgencia.
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