22 de agosto 2002 - 00:00

Se necesita un proyecto agropecuario integrador

Cuando a Einstein le preguntaron cómo llegó a la Teoría de la relatividad respondió: «Observé que siguiendo las leyes de Newton había fenómenos físicos que no se podían explicar; entonces cambié los paradigmas, empecé desde cero y elaboré una nueva forma de pensar; sólo así pude hallar las respuestas que con la vieja forma de pensar no encontraba. Así surgió la Teoría de la relatividad». Pero entonces -le preguntaron sus interlocutores-¿esto significa que las leyes de Newton no sirven más? «No -respondió el sabio-, significa que sirven para hacer una casa, pero no para mandar un hombre a la Luna». Hoy el sector agropecuario también debe plantearse un cambio de paradigmas para poder encontrar una nueva estructura gremial agropecuaria. Significa buscar una nueva forma de pensar que nos conduzca hacia un gran movimiento agropecuario nacional donde todos estemos representados y mancomunados a los otros sectores relacionados con la producción.

Esto no significa que las estructuras históricas agropecuarias deban desaparecer, sino sólo que éstas, junto con el resto de las entidades representativas del agro y del complejo agroindustrial y comercial del interior, deben emprender un camino común que permita, desde abajo hacia arriba y con la voz y el voto de todos los productores agropecuarios de nuestro país, el diseño de un verdadero proyecto agropecuario que la Argentina como Nación y todos los argentinos nos merecemos.


La crisis que afecta a las pequeñas y medianas empresas agropecuarias y la decadencia de los pueblos y de los integrantes del interior productivo son consecuencia directa de la aplicación de modelos económicos equivocados y el resultado de la falta de representación política, empresarial y sindical, hoy cuestionada por toda la sociedad. Esta situación traslada el conflicto económico a lo social y cultural. Los resultados están a la vista: cinturones de pobreza de las grandes ciudades que no pueden contener a millones de argentinos arribados desde todas las regiones productivas de nuestro país, en muchos casos desocupados, excluidos, afectados por el pillaje y el robo famélico para poder subsistir o, en el mejor de los casos, víctimas del asistencialismo y el clientelismo político que les acerca dádivas miserables, colchones y bolsas de comida a cambio de votos y promesas.

• Proceso

La contrapartida es establecer un proceso de desarrollo y progreso para los pueblos del interior, integrar el territorio y preservar la cultura productiva de decenas de miles de pequeños y productores agropecuarios, que necesitan de una estrategia geopolítica y un proyecto sectorial que contemple a la figura de la familia y de la pequeña y mediana empresa rural como los ejes de ese desarrollo.

Para lograr este objetivo es necesario una nueva estructura gremial agropecuaria a nivel nacional, representativa, solidaria, participativa, federal, democrática, sin exclusiones, sin paternalismos de ninguna naturaleza y en defensa de los derechos e intereses de todos los productores agropecuarios.

Hoy en día, miles de mujeres y hombres del campo deben soportar, casi a diario y con asombro e indignación, cómo algunos, en nombre de todos, deciden por ellos, muchas veces en contra de su opinión, de sus deseos, de sus derechos y hasta en contra de sus intereses.

Necesitamos un país distinto con una estructura agropecuaria nacional diferente, pero sabemos que buena parte de nuestra propia dirigencia, a pesar de todo lo ocurrido y para no perder el poder y las prebendas, continúan obsecuentes y al servicio de los grandes beneficiados por el modelo económico aplicado durante la última década
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Conformar una Asamblea Agraria Nacional con auténtica representatividad puede iniciar el camino del desarrollo y el progreso económico, social y cultural del interior productivo; puede terminar con los mercenarios que nos agobian y acabar con la sordera de los que no quieren escuchar los reclamos de decenas de miles de productores expulsados de sus explotaciones que quieren ser incluidos con dignidad en el circuito económico.

Integrar esta Asamblea Agraria Nacional no implica imponer ideas, conceptos o ideologías; sólo exige levantar las banderas y defender los principios que nos unen, actuar de buena fe, perseguir el bienestar general y tratar de encontrar las coincidencias para vislumbrar un rumbo común en procura de ese país ideal que cada uno de nosotros aspira dejar para sus hijos y las futuras generaciones de argentinos.

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