Hugo Chávez tuvo ayer una satisfacción personal. Logró que los presidentes de la Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay se sumen a él para el lanzamiento oficial el próximo 3 de noviembre del Banco del Sur en Caracas, donde tendrá su sede. Así, el venezolano tendrá otra foto de apoyo internacional, esta vez rodeado de presidentes regionales que estarán avalando el proyecto que impulsó.
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Según lo que se desprendió ayer de la reunión de ministros de Economía de los Estados involucrados que se reunieron en Rio de Janeiro para discutir la creación de la entidad, la primera propuesta que debería avalarse es el fondeo de «Petrosur», otro proyecto del bolivariano para la región. Sin embargo, el principal socio del emprendimiento financiero mantiene serias dudas sobre cómo participar.
La fecha y el lugar del encuentro del 3 de noviembre se definieron ayer por los siete ministros reunidos en la ciudad carioca, pero no pudieron ponerse de acuerdo en dos capítulos esenciales para que el Banco del Sur sea considerado seriamente: cuánto aportará cada uno de sus miembros y cuál será su composición accionaria. Al finalizar esta cumbre, rápidamente el ministro de Economía de Venezuela, Rodrigo Cabeza, salió a aclarar que para el 3 de noviembre las dudas estarán despejadas. A su lado, con ciertogesto adusto, miraba el brasileño Guido Mantega. De la reunión participaron también los ministros de Economía de Ecuador, Fausto Ortiz de la Cadena, y de Bolivia, Luis Alberto Arce Catacora; el viceministro paraguayo, Manuel Alarcón Safstrand, el subsecretario del Ministerio de Economía uruguayo, Mario Vergara, y el argentino Miguel Peirano. Las diferencias entre Brasil y Venezuela comenzaronrápidamente, al discutirsobre cómo se definirá el control de la entidad. Chávez quiere que cada país tenga un voto, mientras que Lula da Silva no avala otro proyecto que no sea el de la proporcionalidad. Obviamente, está en juego el control del banco, ya que el bolivariano planea controlar la mayoría a partir de sus alianzas con Ecuador, Bolivia y eventualmente la Argentina y Uruguay. Lo cierto es que, como dejó en claro Mantega ayer, si el esquema es de «un país un voto», Brasil sólo haría un aporte simbólico.
Aportes
Para el ministro brasileño, en 2008 el Banco del Sur puede estar funcionando y el volumen del capital aportado por cada país pesará en el futuro Consejo de Administración de la entidad. «Aún no está definido el capital de la institución», dijo Mantega ante las versiones que indican que el volumen inicial podría ser de entre u$s 3.000 y u$s 7.000 millones, lo que depende de la voluntad brasileña.
La entidad había sido lanzada en la cumbre de Mercosur de Rio de Janeiro de enero pasado por Kirchner, Chávez y el presidente Rafael Correa, de Ecuador, como invitado.
Desde entonces Brasil desconfía de Venezuela, por la posible intención de Chávez de financiar su idea de «Petrosur» desde el flamante banco. Esta empresa, cuyo único aval hasta el momento es el propio Chávez, estaría formada por la petrolera venezolana PDVSA, la brasileña Petrobras, la uruguaya ANCAP y la argentina ENARSA, obviamente, estas últimas, las menos importantes del cuarteto. La creación de esta compañía, por ahora inexistente institucionalmente, se dio el 10 de mayo de 2005 en una cumbre de presidentes de países sudamericanos y árabes en Brasilia, y desde ese momento sólo estuvo viva en la página oficial de PDVSA. Allí se aclara que Petrosur «es un habilitador político y comercial promovido por la República Bolivariana de Venezuela» para hacer «uso justo y democrático de los recursos energéticos para el mejoramiento socioeconómico de sus pueblos». Más concretamente, Chávez quiere que el Banco del Sur le financie a Petrosur el avance de PDVSA sobre la región, incluyendo, sospechan en San Pablo, la compra de los activos de Esso en la Argentina; una operación que Petrobras quiere hacer sin la intervención de socios regionales, especialmente si éstos son bolivarianos.
Otro tema que separa a Brasil y Venezuela dentro del Banco del Sur es la intención chavista de utilizar fondos para «ayuda social». «Personalmente -dijo Mantega- entiendo que eso no debe ocurrir inicialmente hasta que el banco tenga un retorno sobre sus créditos que le permita hacer este tipo de operación».
Para Brasil, el banco tiene que financiar obras públicas viales y energéticas, en las que este país sea el centro de los proyectos. Según fuentes brasileñas, Lula da Silva quiere que el banco sea una institución de financiamiento de proyectos de infraestructura y no una rueda de auxilio ante una posible crisis financiera de uno de sus miembros.
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