Nos equivocamos, bastante para nuestro gusto (y seguramente para el del lector también). Pero preferimos arriesgar opinión -que para eso nos pagan, suponemos- que tomar el atajo de hacer un rejunte de opiniones de terceros y escudarnos en el insoportable rótulo de: «dicen los analistas». Y no dudamos en expresar que la realidad de los índices no está de acuerdo con el panorama de que las cosas han retornado a su cauce. Porque se podrá medir un índice de desempleo, o de consumo, manejar lo estadístico para hallarle la respuesta que uno desea, pero es imposible medir hasta dónde han calado el miedo, la desconfianza de los asustados inversores que atravesaron el período de los desplomes. En tal caso, estamos hablando del mundo bursátil en general, que ya se sabe que la Bolsa de Buenos Aires vino casi todo el año como si atravesara alguna crisis de alguna parte. La semana que concluyó mostró la caja casi vacía; después de poner y sacar a lo largo de las ruedas, los saldos fueron tan magros -para casi todos- que la imagen global es que se vivió más próximo a la flojedad que a la confirmación de un cambio de rumbo. También hay bastante de mediático en todo esto, donde baten parches mucho más sonoros para anunciar un día de avances que los que quedan truncos, o los que dan bajas. Y sin efectuar esos recuentos de punta contra punta, a veces las sensaciones -y los deseos- tapan las evidencias.
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Revisando el año, uno se tropieza con un caso descomunal, como lo es la suba de Shanghai, el indicador de China que se anota con 121% de alza hasta el viernes pasado. En la región están en curso de recuperación México y Chile, los dos con aumentos anuales que equivalen a los que ya tenían antes del cimbronazo. Y se destaca mucho el Bovespa, porque sin restar la baja del viernes estaba redondeando 40% de aumento en 2007. El Dow con un recetado 13% de alza, después de tanto bochinche, y a lo lejos se ve ondear la bandera del Merval: no pasa de 7% de rendimiento, que espanta al cotejarlo con lo de Brasil. Y el consuelo le llega por el Nikkei, todo un fiasco mundial, con solamente 1,5 por ciento de alza. Pero con Europa, en general, tan opacada como nuestro recinto. Inglaterra, Francia y España navegan con casi igual rito de marcha que el Merval. (Al Bovespa corresponde cargarle la mochila, con aquello que tiene que ver con la actuación del real contra el dólar: que lleva más de 15% en contra).
Existe una disparidad notable entre los diversos mercados, pero queda claro que los del «primer mundo» están sumamente apagados. Y que nuestra región, con nuestra lamentable excepción, se constituye en el mejor polo de atracción para la inversión bursátil. Un modo de dejar pasar una gran oportunidad, en un año donde el Merval podría estar mucho más arriba, pero al que no quieren. ( Pregúntese el lector por qué.)
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